Aparato reproductor masculino: qué es, partes, función y enfermedades

El aparato reproductor masculino es un conjunto de órganos internos y externos que trabajan de manera coordinada para permitir la reproducción, producir espermatozoides y generar hormonas que regulan funciones clave del organismo, como el desarrollo del vello facial, el engrosamiento de la voz y el aumento de la masa muscular.

Las partes externas, como el pene, el escroto y los testículos, participan en la reproducción y contribuyen a mantener la temperatura adecuada de estos órganos, mientras que las internas, que incluyen el epidídimo, la uretra, el conducto deferente, las vesículas seminales y la próstata, se encargan de madurar, transportar y expulsar el semen durante la eyaculación..

Este sistema puede verse afectado por enfermedades como infecciones de transmisión sexual, hiperplasia prostática, disfunción eréctil, fimosis o cáncer de próstata, por lo que la detección temprana es fundamental para mantener la salud y el funcionamiento adecuado del aparato reproductor masculino.

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Partes externas del aparato reproductor masculino

La anatomía y la función de las partes externas del aparato reproductor masculino son:

1. Pene

El pene es un órgano del sistema reproductor masculino que también forma parte del sistema urinario, ya que por él salen la orina y el semen.

Está formado por tres partes visibles:

  • La base es la zona donde el pene se une al abdomen;
  • El cuerpo es la parte alargada del pene y es donde ocurre la erección, ya que su interior tiene tejidos que se llenan de sangre cuando hay excitación;
  • La cabeza, llamada también glande, es la punta del pene y tiene gran sensibilidad. En muchos hombres está cubierta por un pliegue de piel llamado prepucio, que puede retirarse mediante la circuncisión.

El interior del pene está formado por un tejido especial que se llena de sangre cuando hay excitación y se organiza en tres columnas que permiten que el pene cambie de tamaño y se ponga firme.

Dos de estas columnas forman los cuerpos cavernosos, que son los que se llenan de sangre con más intensidad y le dan rigidez al pene durante la erección.

La tercera columna es el cuerpo esponjoso, que rodea la uretra y aunque también se llena de sangre, lo hace de manera más suave para que la uretra permanezca abierta y permita la salida de la orina y el semen.

2. Escroto

El escroto es una bolsa de piel delgada y flexible ubicada debajo del pene, que se divide internamente en dos compartimentos, cada uno destinado a alojar un testículo.

La piel del escroto suele ser un poco más oscura y luego de la pubertad presenta vello, ya que está diseñada para proteger esta zona sensible.

Además de servir como contenedor para los testículos, el escroto regula la temperatura necesaria para que los órganos que alberga funcionen adecuadamente.

Cuando hace frío, la piel se contrae y acerca el contenido al cuerpo para conservar calor; cuando hace calor, la piel se relaja y lo aleja para evitar el exceso de temperatura. 

3. Testículos

Los testículos son estructuras ovaladas que se ubican dentro del escroto, una bolsa de piel delgada que cuelga por debajo del pene y que ayuda a mantenerlos a una temperatura adecuada para su funcionamiento.

Generalmente, el cuerpo posee dos testículos, cada uno alojado en un compartimento separado dentro del escroto.

La función principal de los testículos es producir testosterona, la hormona masculina responsable del desarrollo de las características sexuales durante la pubertad y del equilibrio general del sistema reproductor. Además, los testículos producen los espermatozoides.

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Partes internas del aparato reproductor masculino

La anatomía y la función de las partes internas del aparato reproductor masculino son:

1. Epidídimo

El epidídimo es un tubo estrecho y enrollado que se encuentra en la parte posterior de cada testículo, y está formado por una cabeza, un cuerpo y una cola, que permiten que los espermatozoides avancen poco a poco hasta llegar al conducto deferente.

Su función principal es recibir los espermatozoides recién producidos en el testículo y guiarlos a través de un proceso de maduración, durante el cual desarrollan movilidad y capacidad de fertilización. Además, el epidídimo se encarga de almacenarlos hasta que ocurre la eyaculación.

2. Uretra

La uretra es un conducto delgado y alargado que atraviesa el pene y permite la salida de orina y semen, que mide cerca de 17 centímetros y se extiende desde la vejiga hasta el extremo del glande.

A lo largo de su trayecto, pasa por tres segmentos principales: la uretra prostática, que atraviesa el centro de la próstata; la uretra membranosa, rodeada por músculos del suelo pélvico; y la uretra esponjosa, que recorre el interior del pene.

Este conducto tiene dos funciones principales dado que forma parte del sistema urinario al conducir la orina hacia el exterior y, al mismo tiempo, participa en la reproducción al permitir la salida del semen durante la eyaculación.

Para evitar que ambos fluidos se mezclen, la musculatura de la próstata actúa como un cierre involuntario que impide la micción en el momento de la eyaculación.

3. Conducto deferente

El conducto deferente es un tubo muscular que forma parte del sistema interno de conductos del aparato reproductor masculino y existe en par, con uno conectado a cada testículo.

Cada conducto continúa directamente desde el epidídimo y avanza hasta la zona donde se une con las vesículas seminales.

Su función es transportar los espermatozoides desde el epidídimo hacia la uretra, en un recorrido durante el cual el esperma se mezcla con los líquidos producidos por las vesículas seminales y la próstata para formar el semen que luego será expulsado del cuerpo durante la eyaculación.

4. Vesículas seminales

Las vesículas seminales son dos pequeñas estructuras con forma de saco que se encuentran unidas a los conductos deferentes, justo por encima de la próstata.

Cada una está situada a un lado de la base de la vejiga y permanece conectada al conducto que lleva los espermatozoides hacia la uretra, colaborando en la formación del semen.

Su función principal es producir la mayor parte del líquido que compone el semen, un fluido rico en nutrientes y sustancias protectoras que favorecen la supervivencia de los espermatozoides.

Además, generan ciertos componentes que intervienen tanto en la coagulación inicial del semen como en su posterior licuefacción, dos procesos esenciales para permitir que los espermatozoides avancen con mayor facilidad dentro del sistema reproductor femenino.

5. Conducto eyaculador

El conducto eyaculador es una estructura interna formada por la unión del conducto deferente con las vesículas seminales. 

Su función principal es conducir el semen, compuesto por los espermatozoides provenientes del conducto deferente y el líquido producido por las vesículas seminales, hasta la uretra.

Durante la eyaculación, este conducto actúa como la vía final que permite que el semen sea expulsado hacia el exterior. Conozca más sobre el semen y sus características.

6. Próstata

La glándula prostática, o próstata, se encuentra debajo de la vejiga y es atravesada por la porción inicial de la uretra.

Presenta un tamaño similar al de una castaña y está ubicada en la cavidad pélvica, muy cerca del recto, lo que permite evaluarla con facilidad mediante el tacto rectal.

Su función principal es producir un líquido que forma parte del semen y contribuye a mantener a los espermatozoides en condiciones adecuadas para su supervivencia.

Además, participa en el control del paso de la orina y del semen a través de un esfínter interno que se cierra durante la eyaculación, evitando que ambos fluidos se mezclen.

Principales funciones

Las principales funciones del aparato reproductor masculino incluyen:

  • Producción de espermatozoides, mediante un proceso llamado espermatogénesis, que inicia en la pubertad y continúa durante toda la vida adulta;
  • Producción de hormonas sexuales, como la testosterona;
  • Maduración y almacenamiento del esperma, que permite que los espermatozoides desarrollen movilidad y capacidad de fertilizar, además de almacenarlos hasta la eyaculación;
  • Transporte del esperma;
  • Formación y expulsión del semen durante el orgasmo;
  • Transmisión de información genética y epigenética, que pueden influir en el desarrollo del embrión y en características de la descendencia;
  • Regulación de la micción durante la eyaculación.

Algunas de estas funciones solo se desarrollan por completo después de la pubertad, etapa en la que las hormonas sexuales permiten que el sistema reproductor alcance su madurez funcional.

En conjunto, este sistema actúa como el conjunto de estructuras que hacen posible que la reproducción masculina ocurra de manera eficaz, asegurando que el organismo pueda participar en el proceso reproductivo cuando las condiciones son adecuadas.

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Enfermedades más comunes

Las enfermedades que mayormente afectan al aparato reproductor masculino pueden incluir:

1. Infecciones de transmisión sexual

Las infecciones de transmisión sexual representan un problema de salud pública relevante, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes entre 15 y 24 años, quienes conforman un grupo con mayor vulnerabilidad.

Entre las infecciones más habituales se encuentran clamidia, gonorrea, sífilis y tricomoniasis, además de otras condiciones venéreas como el herpes genital y las verrugas genitales.

Estas enfermedades pueden generar síntomas locales, comprometer la fertilidad y aumentar la probabilidad de adquirir otras infecciones. 

Para prevenir estas enfermedades, resulta fundamental el uso de preservativo durante el contacto sexual.

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2. Hiperplasia prostática benigna

La hiperplasia prostática benigna es una alteración frecuente que ocurre cuando la próstata aumenta de tamaño de forma progresiva que es más común después de los 50 años y se relaciona con cambios hormonales propios del envejecimiento.

Aunque no se considera una enfermedad maligna, puede generar síntomas urinarios como chorro urinario débil, necesidad de orinar con mayor frecuencia, sensación de vaciamiento incompleto o urgencia para orinar, que afectan la calidad de vida.

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3. Disfunción erectil

La disfunción eréctil es la dificultad para lograr o mantener una erección lo suficientemente firme para tener relaciones sexuales. 

Puede afectar a hombres de cualquier edad y suele estar relacionada con factores como el tabaquismo, el estrés, el consumo de alcohol o drogas, así como con otras enfermedades como la diabetes. 

Sus síntomas incluyen una erección floja, necesidad de concentración para conseguirla, menor interés sexual o incluso eyaculación precoz. 

4. Fimosis

La fimosis es un estrechamiento del prepucio, la piel que cubre la cabeza del pene, que impide o dificulta retraerla para exponer el glande. En los bebés es muy común y suele solucionarse por sí sola con el tiempo. 

En adultos, la fimosis puede deberse a inflamación, infecciones o lesiones de la piel, y causar dolor o molestias durante las relaciones sexuales. Conozca más sobre la fimosis.

5. Enfermedad de peyronie

La enfermedad de Peyronie se caracteriza por la formación de placas fibrosas en los cuerpos cavernosos del pene, lo que provoca una curvatura anormal durante la erección y puede generar molestias al mantener relaciones sexuales.

Este tejido cicatricial también puede ocasionar dolor, dificultad para la penetración o incluso disfunción eréctil.

Aunque no se conoce con exactitud su causa, se considera que podría estar relacionada con microtraumatismos repetidos en el pene o con factores genéticos.

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6. Epididimitis

La epididimitis es una inflamación del epidídimo que suele provocar síntomas como dolor, hinchazón del escroto, fiebre y una sensación de presión en la zona genital.

En la mayoría de los casos, se desarrolla debido a infecciones de transmisión sexual, bacterias del tracto urinario o lesiones en la región testicular, factores que desencadenan la irritación e inflamación características de este problema.

7. Cáncer de próstata

El cáncer de próstata es uno de los problemas más comunes del aparato reproductor masculino, especialmente después de los 50 años. Suele desarrollarse de forma lenta y no siempre provoca síntomas en sus primeras etapas.

A medida que el tumor crece, puede generar signos como dificultad para orinar, flujo débil, necesidad frecuente de orinar, dolor al eyacular o problemas de erección .

Realizar controles anuales con un urólogo, sobre todo a partir de los 50 años, es fundamental para detectar cambios a tiempo y comenzar rápidamente el tratamiento adecuado.