Tuberculosis: qué es, síntomas, tipos y tratamiento

La tuberculosis es la infección causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis, popularmente conocida como bacilo de Koch (BK), que afecta principalmente los pulmones, llevando a la aparición de síntomas como tos seca y con sangre, dolor en el pecho y dificultad para respirar.

El bacilo entra en el organismo por las vías respiratorias superiores, a través de la inhalación de gotitas de saliva o secreciones nasales liberadas cuando una persona infectada tose, estornuda o habla, y, aunque es más común que cause infección en el pulmón, también puede afectar otros órganos, como riñones, huesos o cerebro, por ejemplo, resultando en síntomas como dolor en los huesos, sangre en la orina o dolor de cabeza.

Es importante consultar al infectólogo o médico general en cuanto surjan los primeros síntomas que indiquen tuberculosis, ya que de esta forma es posible iniciar el tratamiento lo antes posible, el cual suele hacerse con una combinación de antibióticos.

Imagem ilustrativa número 2

Síntomas de tuberculosis 

Los principales síntomas de tuberculosis son:

  • Tos con o sin sangre;
  • Tos persistente, por más de 3 semanas;
  • Pérdida de peso sin motivo aparente;
  • Dolor en el pecho al toser o respirar;
  • Dificultad respiratoria;
  • Cansancio excesivo;
  • Fiebre baja;
  • Escalofríos;
  • Sudoración nocturna.

Estos síntomas son más comunes cuando la bacteria se desarrolla en los pulmones.

Además, cuando la bacteria se desarrolla en otros órganos, como riñones, cerebro o columna, es posible que surjan otros síntomas como hinchazón en la zona en que la bacteria está instalada, dolor en la espalda o presencia de sangre en la orina. Conozca otros síntomas de la tuberculosis.

Cómo confirmar el diagnóstico

El diagnóstico de la tuberculosis, así como el tipo de tuberculosis, es realizado por el infectólogo o médico general de acuerdo con los síntomas presentados por la persona y el resultado de los exámenes, ya que así es posible iniciar el tratamiento adecuado para combatir la bacteria y, de esta forma, prevenir el desarrollo de la enfermedad y la aparición de complicaciones.

En el caso de la tuberculosis pulmonar, el diagnóstico puede hacerse mediante la realización de una radiografía de tórax y el examen del esputo con búsqueda del bacilo de la tuberculosis, también llamado prueba de BAAR (Bacilo Ácido-Alcohol Resistente).

Para diagnosticar la tuberculosis extrapulmonar se recomienda la realización de una biopsia del tejido afectado. También se puede realizar una prueba cutánea de tuberculina, conocida como prueba de Mantoux o PPD, que es negativa en 1/3 de los pacientes. Entienda cómo se realiza el PPD.

Tipos de tuberculosis

De acuerdo al lugar en que la bacteria de la tuberculosis se instale y desarrolle, la tuberculosis puede clasificarse en algunos tipos, siendo los principales:

1. Tuberculosis pulmonar

La tuberculosis pulmonar es la forma más común de la enfermedad y ocurre debido a la entrada del bacilo a las vías respiratorias superiores y se aloja en los pulmones.

Este tipo de tuberculosis se caracteriza por tos seca y constante, con o sin sangre, siendo la tos la principal forma de contagio, ya que las gotículas de saliva liberadas por medio de la tos contienen los bacilos de Koch, pudiendo infectar a otras personas;

2. Tuberculosis miliar

La tuberculosis miliar es una de las formas más graves de la tuberculosis y ocurre cuando el bacilo entra en el torrente sanguíneo y llega a todos los órganos, habiendo riesgo de meningitis.

Además de que el pulmón se vea gravemente afectado, otros órganos también pueden verse comprometidos, como el hígado, la médula ósea, el cerebro, la médula espinal o la membrana que rodea el corazón, por ejemplo.

3. Tuberculosis ósea

A pesar de no ser muy común, la tuberculosis ósea ocurre cuando el bacilo logra penetrar y desarrollarse en los huesos, pudiendo provocar dolor e inflamación, que no siempre se diagnostica y se trata como tuberculosis.

4. Tuberculosis ganglionar

La tuberculosis ganglionar es causada por la entrada del bacilo al sistema linfático, pudiendo afectar los ganglios del tórax, ingle, abdomen o con más frecuencia los del cuello.

Este tipo de tuberculosis extrapulmonar, no es contagiosa y tiene cura cuando se trata de manera adecuada. Conozca más sobre los síntomas de tuberculosis ganglionar.

5. Tuberculosis pleural

La tuberculosis pleural ocurre cuando el bacilo afecta la pleura, tejido que recubre a los pulmones, causando intensa dificultad para respirar.

Este tipo de tuberculosis extrapulmonar no es contagiosa, sin embargo, puede ser adquirida al entrar en contacto con una persona con tuberculosis pulmonar o ser una evolución de la tuberculosis pulmonar. 

6. Tuberculosis cerebral 

La tuberculosis es causada por la entrada del bacilo en el sistema nervioso central, pudiendo causar meningitis o encefalopatía, y síntomas como dolor de cabeza, rigidez en la nuca, vómitos o incluso convulsiones.

7. Tuberculosis intestinal

La tuberculosis intestinal ocurre cuando el bacilo llega al intestino, ya que la persona con tuberculosis pulmonar activa traga el esputo contaminado, lo que resulta en síntomas como dolor o hinchazón abdominal, diarrea o fiebre. 

Además, la tuberculosis intestinal también puede transmitirse a través de la diseminación del bacilo por la sangre o los ganglios linfáticos, o incluso por la ingestión de leche cruda de vaca no pasteurizada o productos lácteos contaminados con Mycobacterium bovis.

8. Tuberculosis ocular

La tuberculosis ocular ocurre cuando la bacteria Mycobacterium tuberculosis presente en los pulmones se disemina por la sangre y llega al ojo, o infecta directamente los ojos. Además, también puede surgir debido a una respuesta inmunológica en las estructuras del ojo tras la exposición a los antígenos de la tuberculosis.

Este tipo de tuberculosis puede afectar tanto las estructuras internas del ojo como las externas, como los párpados, la órbita ocular, la glándula lagrimal, la esclerótica o la córnea, por ejemplo.

Los síntomas más comunes de la tuberculosis ocular son enrojecimiento en los ojos, dolor de cabeza, moscas volantes, disminución de la visión o aumento de la sensibilidad a la luz, y puede afectar uno o ambos ojos. 

9. Tuberculosis genitourinaria

La tuberculosis genitourinaria ocurre cuando el bacilo se disemina en la sangre durante la infección pulmonar inicial, permaneciendo inactivo en el tracto genital y/o urinario, y se reactiva cuando el sistema inmunológico está debilitado.

Además, otras formas de transmisión son a través del sistema linfático o el contacto íntimo.

Los síntomas de la tuberculosis genitourinaria son fiebre, sudoración nocturna, pérdida del apetito o de peso, o infecciones urinarias recurrentes que no responden al tratamiento con antibióticos.

10. Tuberculosis en la columna

La tuberculosis en la columna espinal, conocida como mal de Pott, ocurre cuando la bacteria Mycobacterium tuberculosis se disemina por la sangre, principalmente cuando la tuberculosis pulmonar no se trata correctamente, llegando hasta la columna.

Generalmente, el bacilo permanece inactivo por mucho tiempo, sin embargo, cuando el sistema inmunológico está debilitado, puede reactivarse y multiplicarse.

La tuberculosis en la columna provoca una reacción inflamatoria en el lugar y destrucción progresiva de las vértebras de la columna, causando síntomas como dolor de espalda, debilidad en las piernas, absceso en la columna o cifosis, por ejemplo.

Transmisión de la tuberculosis

La transmisión de la tuberculosis puede ocurrir a través del aire, de persona a persona, a través de la inspiración de gotículas infectadas liberadas a través de tos, el estornudo o al hablar. La transmisión sólo puede ocurrir si hay implicación pulmonar hasta 15 días después del inicio del tratamiento.

Las personas que tienen el sistema inmunitario comprometido por enfermedades, debido a la edad, que fuman y/o consumen drogas, poseen más probabilidades de infectarse con el bacilo de la tuberculosis y desarrollar la enfermedad.

La prevención de las formas más graves de la tuberculosis, se pueden realizar a través de la vacuna BCG en la infancia. Además, se recomienda evitar sitios cerrados, mal ventilados y con poca o ninguna exposición solar, pero es fundamental mantenerse alejado de las personas diagnosticadas con tuberculosis. 

Cómo se realiza el tratamiento

El tratamiento consiste en el uso de medicamentos del tipo tuberculostáticos durante unos 6 meses consecutivos o según la orientación del infectólogo. En general, el esquema de tratamiento inicial indicado para la tuberculosis es la combinación de rifampicina, isoniazida, pirazinamida y etambutol.

Durante los primeros 15 días de tratamiento, la persona debe permanecer aislada, ya que aún puede transmitir el bacilo de la tuberculosis a otras personas. Después de ese período, puede retomar su rutina normal y continuar tomando los medicamentos. 

Opciones de remedios caseros

Los remedios caseros para la tuberculosis, como beber alrededor de 2 litros de agua al día, hacer nebulizaciones o tomar té de albahaca o té de jengibre, pueden ayudar a aliviar la tos o la fiebre, por ejemplo.

Estos remedios caseros pueden usarse para complementar el tratamiento indicado por el médico, pero no lo sustituyen, ya que para eliminar la bacteria es necesario el uso de antibióticos durante aproximadamente 6 meses consecutivos. Vea todas las opciones de remedios caseros para la tuberculosis.

¿La tuberculosis tiene cura?

La tuberculosis tiene cura, cuando el tratamiento se realiza de manera apropiada de acuerdo con las indicaciones del médico. El tiempo de tratamiento es alrededor de 6 meses consecutivos, lo que indica que aunque los síntomas desaparezcan en 1 semana, la persona debe continuar tomando los medicamentos hasta completar los 6 seis meses.

En situaciones en las que no se cumplen las indicaciones, puede ser que el bacilo de la tuberculosis permanezca aún en el organismo y la enfermedad no esté curada, además, puede haber resistencia bacteriana haciendo el tratamiento más difícil.

Cómo prevenir

La principal forma de prevención de la tuberculosis es recibir la vacuna BCG, que forma parte del calendario de vacunación del bebé y se administra en el hospital poco después del nacimiento.

Además, es importante evitar el contacto con personas infectadas por el bacilo, usar mascarilla, cubrirse siempre la nariz y la boca al toser o estornudar, y mantener la casa bien ventilada, ya que el bacilo puede permanecer en el aire durante muchas horas.