Tuberculosis Ganglionar: síntomas, contagio y tratamiento

Actualizado en julio 2022

La tuberculosis ganglionar es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis, popularmente conocida como el bacilo de Koch, el cual afecta los ganglios del cuello, el tórax, las axilas o la ingle, y de forma menos frecuente la región del abdomen.

Este tipo de tuberculosis es más frecuente en pacientes con VIH y en mujeres con edades comprendidas entre los 20 y los 40 años de edad, al contrario de la tuberculosis pulmonar, que es más frecuente en hombres con edad más avanzada.  

En conjunto con la tuberculosis pleural, la tuberculosis ganglionar es el tipo más frecuente de tuberculosis extrapulmonar y puede curarse, siempre que se inicie el tratamiento con antibióticos indicados por el neumólogo.

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Principales síntomas

La tuberculosis ganglionar produce síntomas generales como fiebre baja y pérdida de peso, esto puede hacer con que la persona no busque ayuda médica de inmediato. Otros síntomas presentes son:

  • Ganglios inflamados en el cuello, nuca, axilas o ingle, generalmente con 3 cm pero pueden alcanzar 8-10 cm de diámetro.
  • Los ganglios inflamados no son dolorosos;
  • Los ganglios son duros y difíciles de mover;
  • Disminución del apetito;
  • Puede haber sudor nocturno exagerado;
  • Fiebre baja de 38º C, especialmente al final del día;
  • Cansancio excesivo.

En presencia de estos síntomas es importante buscar orientación de un médico general o neumólogo para que realice el diagnóstico y se inicie el tratamiento lo más pronto posible.

¿La tuberculosis ganglionar es contagiosa?

Sí, la tuberculosis ganglionar es contagiosa, motivo por el cual se debe evitar el contacto con personas que posean esta enfermedad, especialmente si todavía no han pasado 15 días de haber iniciado el tratamiento.

Cómo se contagia

En la tuberculosis extrapulmonar, el bacilo de Koch normalmente entra en el organismo por medio de las vías respiratorias, pero no se aloja en los pulmones, sino en otros lugares del cuerpo, pudiendo generar diferentes tipos de tuberculosis, siendo los principales:

  • Tuberculosis ganglionar, que es el tipo más común de tuberculosis extrapulmonar y se caracteriza porque se aloja en los ganglios.
  • Tuberculosis miliar, que es el tipo de tuberculosis más grave y ocurre cuando el Mycobacterium tuberculosis llega al torrente sanguíneo y puede dirigirse a diferentes órganos, incluyendo el pulmón, causando varias complicaciones;
  • Tuberculosis ósea, en la que la bacteria se aloja en los huesos causando dolor e inflamación que dificulta el movimiento y favorece la pérdida de masa ósea.

La bacteria puede permanecer en el organismo inactiva durante mucho tiempo hasta que alguna situación como el estrés, por ejemplo, que conduce a la disminución del sistema inmune, favorezca su proliferación y, consecuentemente, la manifestación de la enfermedad.

Cómo se diagnostica

El diagnóstico de la tuberculosis puede ser difícil, ya que la enfermedad produce síntomas muy generalizados, haciendo con que la enfermedad se confunda con una simple gripe, por ejemplo.

Por lo que después de evaluar los síntomas, el médico podría solicitar una radiografía pulmonar y un examen microbiológico para verificar si hay o no la presencia de alguna bacteria. Además de esto, también podrá solicitar una biopsia del ganglio inflamado, enviando una muestra al laboratorio para su posterior análisis, así como una hematología completa y de la PCR.

El tiempo promedio entre el inicio de los síntomas hasta el diagnóstico de tuberculosis extrapulmonar varía de 1 a 2 meses, pero pueden alcanzar los 9 meses.

Cómo se trata la tuberculosis ganglionar

El tratamiento para la tuberculosis ganglionar se realiza bajo orientación del neumólogo, infectólogo o médico general y normalmente se indica el uso de antibióticos por lo menos durante 6 meses, y en algunos casos es necesario la realización de una cirugía para extraer el ganglio inflamado.

Los antibióticos normalmente indicados son Rifampicina, Isoniazida, Pirazinamida y Etambutol y el tratamiento debe ser hecho bajo la orientación del médico, no debiendo ser interrumpido, pues puede causar resistencia bacteriana, lo que puede complicar la condición de la persona, ya que los antibióticos que antes funcionaban dejan de tener acción sobre las bacterias.