Trasplante de riñón: cómo se realiza, riesgos y recuperación

Actualizado en febrero 2023

El trasplante de riñón o trasplante renal, es una cirugía para restaurar la función renal mediante la sustitución de un riñón enfermo por uno sano de un donante compatible.

Este tipo de cirugía suele estar indicada en casos de enfermedad renal avanzada, cuando existe un daño severo en el riñón que perjudica su función de filtrado y eliminación de toxinas del organismo, así como el mantenimiento del equilibrio de agua y minerales en el organismo.

El trasplante renal debe ser indicado por el nefrólogo y el tiempo de recuperación suele ser de unos 3 meses aproximadamente, siendo importante mantener algunas precauciones durante la recuperación, como tomar los medicamentos indicados por el médico y tener una dieta saludable y adaptada a las necesidades de la persona, según las indicaciones del nutricionista.

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Cuándo se indica el trasplante

El trasplante de riñón está indicado por el nefrólogo en caso de enfermedad renal crónica avanzada, que es cuando existe una lesión renal que persiste por más de 3 meses, haciendo que el riñón pierda su capacidad de filtrar la sangre y eliminar los desechos del organismo. Conozca qué es la enfermedad renal crónica avanzada y sus principales causas.

Algunos factores que pueden contribuir al desarrollo de enfermedad renal crónica avanzada son:

  • Inflamación crónica de los glomérulos renales, encargados de filtrar la sangre;
  • Riñones poliquísticos;
  • Isquemia crónica o aguda del riñón, en la que hay una disminución del flujo sanguíneo en el riñón;
  • Daño renal irreversible, como la nefropatía por reflujo.

El trasplante renal está indicado por el médico cuando el daño renal es irreversible, es decir, cuando no es posible recuperar la función renal o cuando se requieren múltiples sesiones de hemodiálisis por semana.

El trasplante se realiza de acuerdo con las condiciones de salud de cada persona, no siendo indicado en personas con enfermedades cardíacas, hepáticas o infecciosas, por ejemplo, ya que puede aumentar los riesgos del procedimiento quirúrgico.

Cómo se realiza el trasplante

El trasplante de riñón se puede realizar con el riñón de un donante vivo o fallecido, siempre que el donante esté sano y no tenga ninguna enfermedad. Este donante puede o no estar relacionado con el paciente.

Se extrae el riñón del donante, junto con una parte de la arteria, la vena y el uréter, a través de una pequeña incisión en el abdomen. Luego, ese riñón se coloca en el receptor. Las porciones de vena y arteria se conectan a las venas y arterias del receptor y el uréter trasplantado se conecta a la vejiga.

El riñón no afectado de la persona trasplantada no suele extirparse, ya que su escasa función sigue siendo útil, sobre todo en los primeros momentos, cuando el riñón trasplantado aún no es completamente funcional. El riñón enfermo solo se extrae si está causando una infección, por ejemplo.

Cómo se evalúa si el trasplante es compatible

Antes de realizar el trasplante, se deben realizar análisis de sangre para verificar la compatibilidad de los riñones, reduciendo así las posibilidades de rechazo del órgano.

De esta forma, los donantes pueden tener o no parentesco con el paciente que será trasplantado, siempre que exista compatibilidad.

Cómo prepararse para el trasplante

Algunos cuidados son importantes para prepararse para el trasplante, como aclarar con el médico todas las dudas sobre la cirugía, la recuperación y los posibles riesgos del trasplante.

Para evaluar las condiciones de salud y la función del riñón, el médico debe ordenar pruebas como un examen físico completo, análisis de sangre, pruebas de imagen como una tomografía computarizada o una resonancia magnética.

Cómo es la recuperación

La recuperación después del trasplante renal, en la primera semana, se hace en el hospital, con el seguimiento del cirujano, el anestesista, el nefrólogo y la enfermera, para que se puedan observar de cerca posibles signos de reacción al trasplante y se pueda iniciar el tratamiento inmediatamente.

Durante este período, el riñón trasplantado debe comenzar a funcionar con normalidad, lo que puede ocurrir inmediatamente después de la cirugía o demorar algunos días, en cuyo caso se recomienda la hemodiálisis hasta que el nuevo riñón comience a funcionar.

La venda en el abdomen que protege la cicatriz contra infecciones será cambiada por la enfermera cada vez que sea necesario y, si la persona siente dolor, el médico puede prescribir el uso de analgésicos.

Desde el momento en que la persona se estabiliza, no hay signos de rechazo y los exámenes se consideran normales, el médico puede darle el alta, siendo importante seguir el tratamiento y las recomendaciones médicas en casa.

1. Cuidados diarios

Después del alta hospitalaria, se deben seguir algunos cuidados diarios en el hogar para ayudar con la recuperación del trasplante de riñón, que incluyen:

  • Tomar medicamentos inmunosupresores como prednisolona, ​​azatioprina y ciclosporina en los horarios indicados por el médico para prevenir el rechazo renal;
  • Tomar los antibióticos prescritos por el médico para evitar posibles infecciones;
  • No realizar actividad física durante los primeros 3 meses;
  • Realizar exámenes semanales durante el primer mes, espaciadas a dos consultas mensuales hasta el 3er mes por riesgo de rechazo del órgano por parte del organismo;
  • Evitar fumar;
  • Evitar el contacto con personas enfermas y lugares contaminados.

La recuperación total del trasplante suele durar unos 3 meses y, después de ese período, el médico puede recomendar actividades físicas, como caminar o nadar, por ejemplo, debiendo realizarse bajo la orientación de un profesor de educación física o entrenador, para que pueda controlar su peso y prevenir complicaciones del trasplante de riñón, como aumento de la presión arterial o del colesterol.

2. Cuidados con la alimentación

Después del trasplante renal, se debe seguir una dieta equilibrada que ayude al control de peso, con el fin de evitar el rechazo del riñón trasplantado, así como reducir el riesgo de desarrollar infecciones o complicaciones, como enfermedades cardiovasculares, diabetes o hipertensión arterial.

De esta forma, la dieta debe ser indicada por un nutricionista y normalmente debe mantenerse estrictamente hasta que los valores de los análisis de sangre sean estables, siendo recomendado:

  • Consumir verduras y frutas, al menos 5 porciones al día;
  • Consumir alimentos ricos en fibra, como cereales integrales, semillas y frutos secos;
  • Aumentar la cantidad de alimentos con calcio y fósforo, como leche desnatada, almendras y salmón. En algunos casos, el nutricionista podría indicar el uso de algún suplemento para mantener los huesos y dientes fuertes;
  • No consumir sodio, que se encuentra en la sal de mesa y en los alimentos enlatados y congelados, esto permitirá controlar la retención de líquidos, la hinchazón y la presión arterial;
  • Consumir carnes magras, es decir, bajas en grasas, como pollo y pavo sin piel o pescado, en las cantidades recomendadas por el nutricionista;
  • Llevar una dieta baja en azúcares, debiendo evitar la ingesta de dulces, galletas y pasteles, por ejemplo, ya que conducen a un rápido aumento del azúcar en la sangre, debiendo optar por carbohidratos ricos en fibras, como el camote, arroz, pan y pasta integral, por ejemplo. Conozca cuáles son los alimentos con alto contenido de azúcar que deben evitarse;
  • Evitar el consumo de alimentos ricos en grasas, como las frituras, manteca, embutidos en general, salsas, cubitos para sazonar, pizzas y lasañas congeladas;
  • Evitar las bebidas alcohólicas, ya que perjudican el funcionamiento del hígado y de los riñones;
  • Limitar la cantidad de potasio, que se encuentra en los plátanos y las naranjas, por ejemplo, ya que el medicamento indicado por el médico puede aumentar el potasio en el organismo. Conozca los alimentos ricos en potasio que se deben evitar;
  • No comer verduras crudas, debiendo ser cocinados y desinfectados con 20 gotas de hipoclorito de sodio en dos litros de agua, debiendo dejarlos reposar por 10 minutos y luego lavar a continuación con abundante agua;
  • No comer mariscos y salchichas;
  • Guardar los alimentos en el refrigerador por un período de 24 horas únicamente, evitando comer alimentos congelados;
  • Lavar muy bien la fruta y opta por la fruta cocida;
  • Tomar líquidos para hidratar el organismo, en las cantidades recomendadas por el médico y nutricionista.

Es importante seguir las recomendaciones del nutricionista y mantener una dieta equilibrada y variada para mantener el buen funcionamiento del organismo y evitar complicaciones del trasplante renal.

Posibles riesgos y complicaciones

Algunos riesgos y complicaciones que pueden surgir después del trasplante de riñón son:

  • Rechazo del riñón trasplantado;
  • Infección en la cicatriz quirúrgica;
  • Infecciones urinarias o generalizadas;
  • Formación de coágulos de sangre o trombosis;
  • Obstrucción urinaria;
  • Sangrado o hemorragia.

Aunque son raras, también pueden presentarse complicaciones de la anestesia general, como reacciones anafilácticas, náuseas, vómitos, bajada de la presión arterial, escalofríos, temblores, fiebre, infección, por ejemplo.

Además, también pueden surgir efectos secundarios de los medicamentos inmunosupresores como aumento de peso, osteoporosis, diabetes, hinchazón del cuerpo, cambios en la piel y las membranas mucosas, como acné. aftas, mayor riesgo de cáncer de piel o linfoma y/o mayor cantidad del vello corporal, especialmente en el rostro de las mujeres.

Signos de alerta para volver al médico

Es importante consultar al médico o acudir al servicio de urgencias más cercano ante síntomas como:

  • Fiebre superior a 38°C;
  • Ardor al orinar;
  • Aumento de peso repentino;
  • Tos frecuente;
  • Diarrea;
  • Dificultad respiratoria;
  • Hinchazón, calor y/o enrojecimiento en el sitio de la cicatriz.

Estos síntomas podrían indicar que se ha generado una infección.

Síntomas de rechazo de trasplante de riñón

Los principales síntomas de rechazo de trasplante renal son:

  • Fiebre;
  • Aumento de la sensibilidad o dolor en la zona del trasplante;
  • Hinchazón de los piel, tobillos o manos, o hinchazón generalizada;
  • Aumento de peso rápido y repentino;
  • Presión alta;
  • Disminución de la producción de orina;
  • Cansancio excesivo;
  • Dolor en el cuerpo;
  • Dolor de cabeza;
  • Escalofríos;
  • Náuseas o vómitos;
  • Diarrea.

El rechazo del trasplante de riñón puede surgir minutos u horas después del trasplante, siendo llamado rechazo hiperagudo, caracterizado por fiebre y ausencia de la producción de orina y, aunque es raro, se debe tratar inmediatamente a través de cirugía para remover el riñón trasplantado.

Además, el rechazo puede ocurrir una semana o hasta tres meses después del trasplante siendo conocida como rechazo agudo, o incluso puede desarrollarse a lo largo de los años, deteriorando lenta y progresivamente la función del riñón trasplantado, siendo llamado rechazo crónico.

El rechazo del trasplante de riñón puede diagnosticarse a través de una examen de sangre, generalmente reportando una creatinina elevada después del trasplante renal o por medio de exámenes de imagen. Para confirmar el rechazo renal, el médico puede solicitar una biopsia de riñón para que sea evaluado en el laboratorio el tejido renal trasplantado.