Leishmaniasis: qué es, síntomas, transmisión y tratamiento

Actualizado en marzo 2021

La leishmaniasis o leishmaniosis es una enfermedad parasitaria relativamente común en países tropicales, que afecta principalmente a los perros, pero que puede transmitirse a los humanos a través de la picadura de pequeños insectos conocidos como flebótomos. Para esto, basta que el insecto pique a un perro enfermo antes de picar a una persona para que se transmita la enfermedad.

Existen varias formas de leishmaniasis, sin embargo, las dos más comunes son:

  • Leishmaniasis cutánea: es la forma más común y afecta la piel, provocando la aparición de un pequeño bulto o herida en la zona de la picadura;
  • Leishmaniasis visceral: afecta los órganos internos y causa síntomas más sistémicos, como fiebre, ganglios adoloridos, pérdida de peso y manchas en la piel.

Algunas formas de leishmaniasis no necesitan tratamiento específico y terminan desapareciendo después de algunos meses; no obstante, siempre se recomienda consultar a un médico, ya que el tratamiento con medicamentos antiparasitarios ayuda acelerar la recuperación, además de evitar ciertas complicaciones, como sangrado, infecciones más graves y cicatrices.

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Principales síntomas

Los síntomas de la leishmaniasis varían según la forma de la enfermedad, incluyendo los siguientes:

1. Leishmaniasis cutánea

En muchos casos, la leishmaniasis cutánea es una infección silenciosa, lo que significa que no suele causar ningún tipo de síntoma, desapareciendo sin que la persona sepa que existió.

Sin embargo, cuando origina síntomas, el signo principal es la aparición de un pequeño bulto en la zona de la picadura que, después de algunas semanas o meses, se transforma en una herida grande y redondeada. Junto a estas alteraciones, también puede existir dolor en el sitio afectado e hinchazón de los ganglios cercanos a la zona.

2. Leishmaniasis visceral

Casi todos los casos de leishmaniasis visceral se inician con una fiebre superior a los 38 ºC que se mantiene por varias semanas. Durante este tiempo, la fiebre va disminuyendo hasta desaparecer, pero vuelve poco tiempo después. Otros síntomas incluyen:

  • Hinchazón del abdomen, cerca de 2 semanas después del inicio de la fiebre;
  • Ganglios adoloridos;
  • Pérdida de peso y debilidad excesiva;
  • Manchas oscuras en la piel;
  • Puede haber diarrea.

Cuando este tipo de enfermedad está más avanzada, también puede surgir anemia severa que puede llevar a problemas cardíacos, así como sangrado por la nariz, los ojos y en las heces. En caso de que no se inicie el tratamiento, es frecuente el desarrollo de enfermedades más graves como neumonía, sarampión o tuberculosis, que ponen en riesgo la vida.

Vea cómo se realiza el tratamiento de la leishmaniasis visceral para evitar complicaciones.

Qué hacer en caso de sospecha

Cuando existe sospecha de estar infectado con leishmaniasis, es muy importante acudir inmediatamente al hospital para realizar pruebas de sangre para confirmar si la enfermedad está presente en el organismo.

Generalmente, la leishmaniasis cutánea puede diagnosticarse incluso sin pruebas, ya que la aparición de heridas después de la picadura es suficiente para confirmar la enfermedad. Por otro lado, en el caso de leishmaniasis visceral, los síntomas pueden ser similares a los de otras enfermedades infecciosas, por lo que puede ser necesaria la realización de pruebas de sangre específicas y, en algunos casos, la biopsia del bazo o de la médula para asegurar el diagnóstico e iniciar el tratamiento adecuado.

Transmisión y cómo protegerse

La transmisión de la leishmaniasis a los humanos solo ocurre a través de la picadura del insecto infectado. De esta forma, la única manera de protegerse contra la enfermedad es evitar la picadura del mosquito adoptando las siguientes precauciones:

  • Utilizar mosquiteros o cortinas repelentes en las ventanas y puertas de la casa;
  • Aplicar repelente en la piel o utilizar con frecuencia insecticidas en aerosol:
  • Colocar collares con insecticidas a los animales domésticos y vacunarlos;
  • Evitar bañarse en ríos o lagos cerca de bosques.

Asimismo, como el insecto que facilita la transmisión se reproduce en materia orgánica, es muy importante evitar la acumulación de basura y restos orgánicos dentro de la casa y en los sitios cercanos a la vivienda.

Estos cuidados, además de proteger contra la leishmaniasis, también protegen contra otras enfermedades provocadas por la picadura de insectos como dengue, zika o chikungunya, por ejemplo.

Cómo se realiza el tratamiento

El tratamiento de la leishmaniasis puede variar según la forma presentada. En los casos de leishmaniasis cutánea, puede que no sea necesario un tratamiento específico, ya que las alteraciones de la piel tienden a desaparecer solas. No obstante, el uso de un antiparasitario como la anfotericina B, indicado por el médico, puede acelerar la recuperación.

En el caso de leishmaniasis visceral, el tratamiento casi siempre es necesario, y se realiza con el uso de anfotericina B o antimoniales pentavalentes, siendo los medicamentos de primera elección frente a la infección, los cuales, sin embargo, pueden causar más efectos secundarios.