Leishmaniasis visceral: qué es, síntomas y tratamiento

Actualizado en junio 2023

La leishmaniasis visceral es una enfermedad causada principalmente por los protozoarios Leishmania chagasi y Leishmania donovani. Esta se transmite a la sangre a través de la picadura de un insecto (Lutzomyia longipalpis) infectado por uno de los protozoarios. 

Este tipo de leishmaniasis, conocido también como "kala azar" afecta principalmente a niños mayores de 10 años y a adultos que poseen alguna carencia nutricional, como falta de hierro, vitaminas y proteínas, y viven en zonas con condiciones precarias de saneamiento e higiene. 

En las regiones afectadas, los niños aún no tienen el sistema inmunitario totalmente formado y, por ende, aquellos que poseen más carencias nutricionales y están más expuestos a animales, poseen mayor riesgo de infectarse. 

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Principales síntomas

Los síntomas de la leishmaniasis visceral son:

  • Temblores y fiebre alta, que va y viene y es de larga duración;
  • Aumento del abdomen, debido al incremento de tamaño del bazo y del hígado;
  • Debilidad y cansancio excesivo;
  • Pérdida de peso;
  • Palidez, debido a la anemia causada por la enfermedad;
  • Mayor facilidad de sangrado de la encía, nariz o heces, por ejemplo;
  • Infecciones frecuentes por virus y bacterias, debido al debilitamiento del sistema inmune;
  • Diarrea. 

Luego de la picada que transmite la enfermedad, los protozoarios se diseminan por el torrente sanguíneo y por los órganos responsables por la formación de las células de la sangre y de la inmunidad del organismo, como el bazo, hígado, ganglios y médula ósea, provocando los síntomas anteriormente.

La leishmaniasis visceral tiene un período de incubación entre 10 días hasta 2 años y, como no es una enfermedad común y sus síntomas surgen poco a poco, estos pueden ser confundidos con otras enfermedades como malaria, fiebre tifoidea, dengue o zika, por ejemplo. Por esta razón, en la presencia de estos síntomas, es importante buscar atención médica para que sea realizado el diagnóstico e iniciado el tratamiento adecuado. 

Se debe tener en cuenta que las lesiones y úlceras en la piel ocurren por otro tipo de leishmaniasis, llamada leishmaniasis cutánea o tegumentaria. Vea qué es y cómo identificar la leishmaniasis cutánea.

Cómo ocurre la transmisión

Los principales reservorios de los protozoarios responsables por el kala azar son los perros, razón por la cual, son también considerados la principal fuente de infección del insecto. Es decir, cuando el insecto pica al perro infectado, este adquiere el protozoario, el cual se desarrolla en su organismo y puede ser transmitido para una persona sana a través de su picadura. No todos los perros son portadores de la Leishmania chagasi o Leishmania donovani, siendo esto más común que ocurra en perros que no son desparasitados regularmente o no reciben el cuidado ideal. 

Cuando el parásito se encuentra en el organismo del insecto, se puede fácilmente desarrollar y después dirigirse para las glándulas salivales. Cuando el insecto infectado pica a una persona, pasa el parásito presente en sus glándulas salivales para el torrente sanguíneo, diseminándose fácilmente por los órganos. 

Cómo se diagnostica

El diagnóstico de la leishmaniasis visceral se realiza por medio de un examen parasitológico, en el cual se realiza un cultivo de la médula ósea, bazo o hígado, con el objetivo de observar una de las formas evolutivas del protozoario. Asimismo, el diagnóstico puede realizarse por medio de exámenes inmunológicos, como el ELISA, o inmunocromatográficos, que son popularmente conocidos como pruebas rápidas. 

La desventaja de las pruebas inmunológicas es que, incluso después del tratamiento, es posible que aún exista cantidades suficientes de anticuerpos, siendo indicativo de infección. No obstante, en estos casos, es importante que el médico evalúe la presencia de síntomas, puesto que, en caso de que estos no existan, el tratamiento no está indicado. 

Cómo se realiza el tratamiento

El tratamiento para la leishmaniasis debe comenzar cuanto antes y puede ser realizado con el uso de medicamentos específicos, como los compuestos antimoniales pentavalentes, la anfotericina B y la pentamidina, los cuales deben ser indicados por el médico y usados de acuerdo a su orientación. 

Al iniciar el tratamiento también es importante tener ciertos cuidados, como la evaluación y estabilización de las condiciones clínicas, como desnutrición y hemorragias, además del tratamiento de otras infecciones que acompañen la enfermedad. Puede ser necesario permanecer hospitalizado para la administración de medicamentos por vía intravenosa, pero, en los casos en que la infección se encuentra estable y hay acceso fácil al hospital, el médico puede sugerir el tratamiento en casa e ir al hospital para consultas de seguimiento. 

Esta enfermedad debe ser tratada rápidamente, puesto que se agrava en pocos días y, por esta razón, la persona afectada puede sufrir riesgos de vida debido a ciertas complicaciones, como infección pulmonar, insuficiencia respiratoria, hemorragia digestiva, insuficiencia circulatoria o por infecciones oportunistas de virus y bacterias.