Coagulación intravascular diseminada: qué es, síntomas y tratamiento

La coagulación intravascular diseminada (CID) es una alteración grave de la sangre que ocurre cuando el organismo forma coágulos de manera excesiva dentro de los vasos sanguíneos, lo que puede obstruir la circulación y dañar órganos vitales. Esta alteración puede provocar sangrados en las encías, la vagina o el recto, así como presencia de sangre en la orina.

La CID suele presentarse como complicación de otras enfermedades, como sepsis, pancreatitis, leucemia, enfermedades del hígado, aneurisma de la aorta, síndrome de HELLP, rechazo de trasplante o reacciones a una transfusión sanguínea.

Ante la aparición de síntomas de coagulación intravascular diseminada, se recomienda acudir al médico para una evaluación adecuada y la indicación del tratamiento correspondiente, que puede incluir medicamentos, transfusiones de sangre o cirugías, según la causa principal que haya originado esta alteración.

Bioquímico extrayendo sangre

Principales síntomas

Los principales síntomas de la coagulación intravascular diseminada incluyen:

  • Sangrado en las encías, la nariz, la boca, la vagina o el recto;
  • Hemorragia en sitios de trauma, cirugía o por el catéter urinario;
  • Presencia de sangre en la orina o en las heces;
  • Disminución o ausencia de producción de orina;
  • Dificultad para respirar o tos con sangre;
  • Manchas moradas, rojas o azuladas en la piel, o aparición de moretones;
  • Color amarillento en la piel y los ojos.

En los cuadros más graves pueden presentarse confusión, pérdida de memoria, fiebre, convulsiones, alteraciones del comportamiento, piel fría o azulada en las extremidades y pérdida de conciencia, que reflejan daño a órganos vitales causado por la obstrucción del flujo sanguíneo y la falta de oxígeno en los tejidos.

Estos síntomas ocurren porque al formarse múltiples coágulos pequeños en la sangre, se consumen las plaquetas y los factores de coagulación, lo que provoca hemorragias que pueden volverse graves e incontrolables en distintas partes del cuerpo.

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Cómo se realiza el diagnóstico 

El diagnóstico de la coagulación intravascular diseminada lo realiza el médico general o el especialista en urgencias mediante la evaluación de los síntomas, el historial clínico y la exploración física.

Para confirmar el diagnóstico, se solicitan análisis de sangre que permiten valorar la coagulación, como la biometría hemática completa, el tiempo de protrombina, el tiempo de tromboplastina parcial, la prueba de fibrinógeno y el dímero D, entre otros estudios complementarios.

En las etapas iniciales, los valores de plaquetas pueden encontrarse normales o ligeramente disminuidos; sin embargo, a medida que la CID progresa, suele aparecer trombocitopenia, es decir, una reducción marcada del número de plaquetas.

Además, el médico puede solicitar un frotis de sangre periférica, donde en algunos casos se observan esquistocitos (fragmentos de glóbulos rojos), un hallazgo característico que contribuye a confirmar el diagnóstico de CID.

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Principales causas

Las principales causas de la coagulación intravascular diseminada son:

  • Sepsis;
  • Enfermedades hepáticas, como cirrosis o insuficiencia hepática aguda;
  • Pancreatitis;
  • Cáncer, como leucemias o tumores sólidos;
  • Aneurisma de la aorta;
  • Rechazo de trasplante o reacciones transfusionales;
  • Cirugía o anestesia recientes;
  • Traumas, como quemaduras graves, lesiones en la cabeza o mordeduras de serpiente.

Además, la CID puede presentarse como complicación obstétrica, relacionada con desprendimiento prematuro de placenta, embolia por líquido amniótico, preeclampsia, eclampsia, síndrome de HELLP, aborto séptico, feto muerto retenido, infección intrauterina o hemorragia aguda posparto, entre otros ejemplos.

Estas condiciones pueden estimular la liberación del factor tisular, lo que activa la cascada de coagulación y provoca la formación de pequeños coágulos en distintas partes del cuerpo.

A medida que estos coágulos se forman, las reservas de plaquetas y factores de coagulación se reducen, lo que da lugar a sangrados, hemorragias y a la aparición de los síntomas característicos de la CID.

Cómo se realiza el tratamiento 

El tratamiento de la coagulación intravascular diseminada debe realizarse en el hospital bajo supervisión del médico general o del especialista en urgencias. Su objetivo es tratar la causa subyacente, controlar los sangrados y hemorragias y prevenir complicaciones.

Los principales tratamientos indicados para la CID son:

1. Uso de medicamentos

Los medicamentos utilizados para tratar la coagulación intravascular diseminada incluyen anticoagulantes, como la heparina, que ayudan a evitar la formación de coágulos sanguíneos en los casos con exceso de coagulación.

La heparina de bajo peso molecular también puede indicarse para prevenir nuevos coágulos cuando no hay sangrado activo, aunque su eficacia en la CID sigue siendo objeto de debate, ya que los estudios muestran resultados variables según la causa y la gravedad del cuadro.

En los casos en que la CID sea provocada por una infección grave o sepsis, el médico puede prescribir antibióticos específicos para controlar la infección y tratar la causa del trastorno.

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2. Transfusión de sangre

La transfusión de sangre puede realizarse mediante la administración de plaquetas o plasma, especialmente en casos de sangrado o hemorragia activa, o en personas con alto riesgo de sangrar.

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Este tipo de tratamiento también puede indicarse antes de procedimientos invasivos o cirugías, con el fin de prevenir hemorragias excesivas y favorecer una recuperación más segura.

3. Cirugía

En algunos casos, como en traumatismos graves que hayan causado la coagulación intravascular diseminada, el médico puede indicar una cirugía para controlar el daño y prevenir complicaciones.

Cuando la CID ocurre durante el embarazo, el obstetra puede considerar realizar un parto por cesárea, especialmente en situaciones de desprendimiento prematuro de placenta. Conozca más sobre qué es el desprendimiento prematuro de placenta y su tratamiento.

Posibles complicaciones

Las principales complicaciones de la coagulación intravascular diseminada incluyen infarto, accidente cerebrovascular, tromboembolismo venoso, síndrome de dificultad respiratoria aguda, necrosis o gangrena en las extremidades u órganos vitales y shock hipovolémico.

En los casos más graves, la activación continua de la coagulación puede generar disfunción multiorgánica, con daño tisular e isquemia que afectan al hígado, los pulmones, los riñones, la piel y el sistema nervioso, pudiendo incluso causar la muerte.

Estas alteraciones se deben tanto a la formación excesiva de coágulos, que bloquean el flujo sanguíneo, como a las hemorragias graves que ocurren cuando se agotan las plaquetas y los factores de coagulación.

Por ello, ante la sospecha de CID, es fundamental acudir al hospital de inmediato para iniciar el tratamiento adecuado y prevenir complicaciones potencialmente mortales.