La transmisión del coronavirus SARS-CoV-2, responsable por la infección COVID-19, ocurre principalmente a través del contacto con personas infectadas por medio de la inhalación de gotas de saliva y de secreciones respiratorias que se mantienen suspendidas en el aire cuando la persona portadora del COVID-19 tose o estornuda.
Por este motivo, es importante que se adopten medidas preventivas, como lavarse las manos con agua y jabón, evitar el contacto con las personas que puedan estar infectadas y ambientes cerrados con mucha gente y con poca circulación de aire. Además, es importante cubrirse la boca y la nariz siempre que se tosa o estornude.
El coronavirus es una familia de virus responsable por alteraciones respiratorias, que generalmente causan fiebre, tos intensa y dificultad para respirar. Conozca más sobre el coronavirus y los síntomas de la infección por COVID-19.

Formas de transmisión
Las principales formas de transmisión del nuevo coronavirus parecen ser a través de:
1. Tos y estornudos
La forma más común de transmisión del nuevo coronavirus es a través de la inhalación o el contacto directo con gotas de saliva o secreciones respiratorias, que están presentes en el aire durante unos segundos o minutos después de que una persona infectada sintomática o asintomática tose o estornuda.
Esta forma de transmisión justifica la gran cantidad de personas infectadas por el virus y, por lo tanto, fue declarada por la Organización Mundial de la Salud como la principal forma de transmisión, debiendo tomarse medidas para evitar el contacto con estas las secreciones respiratorias, como evitar acudir a sitios cerrados con mucha gente y cubrirse la boca y la nariz cuando necesite toser o estornudar.
Según una investigación realizada por el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas en Japón[3], el riesgo de contraer el coronavirus es 19 veces más elevado en ambientes cerrados que al aire libre, precisamente porque hay un contacto más cercano entre las personas y por más tiempo.
2. Contacto con superficies contaminadas
El contacto con superficies contaminadas también parece ser una forma importante de contagio, ya que, según una investigación realizada en los Estados Unidos [2], el nuevo coronavirus puede permanecer infeccioso hasta por tres días en algunas superficies:
- Plástico y acero inoxidable: hasta 3 días;
- Cobre: 4 horas;
- Cartón: 24 horas.
Cuando coloca las manos sobre estas superficies y luego se frota la cara, se rasca los ojos o se limpia la boca, es posible que pueda contagiarse con el virus, que puede ingresar al cuerpo a través de las membranas mucosas de la boca, los ojos y nariz.
Por esta razón, la OMS recomienda lavarse las manos con frecuencia, especialmente después de estar en lugares públicos o que tienen un mayor riesgo de contagiarse por las secreciones respiratorias. Además, también es importante desinfectar las superficies regularmente.
3. Contacto con heces contaminadas
Un estudio llevado a cabo en febrero de 2020 en China[1] también sugirió que la transmisión del nuevo coronavirus podría ocurrir a través de la ruta oro-fecal, principalmente en niños, porque 8 de los 10 niños incluidos en el estudio tuvieron un resultado positivo para el coronavirus en el hisopo rectal y negativo en el hisopo nasal, lo que indica que el virus podría permanecer en el tracto gastrointestinal. Además, un estudio más reciente de mayo de 2020[4], también mostró que era posible aislar el virus en las heces de 12 de los 28 adultos estudiados y diagnosticados con COVID-19.
Científicos españoles también verificaron la presencia del nuevo coronavirus en las aguas residuales[5] y verificaron que el SARS-CoV2 estaba presente incluso antes de que los primeros casos hayan sido confirmados, indicando que el virus ya estaba circulando entre la población. Otro estudio realizado en Holanda[6] tuvo como objetivo identificar partículas del virus en las aguas residuales, verificando que algunas estructuras del virus estaban presentes, siendo indicativo de que el virus puede ser eliminado a través de las heces.
En otro estudio realizado entre enero y marzo de 2020[8], en 41 de los 74 pacientes con frotis rectal y nasal positivos para SARS-CoV-2, el frotis nasal permaneció positivo para el virus durante aproximadamente 16 días, mientras que el frotis rectal permaneció positivo durante aproximadamente 27 días después del inicio de los síntomas, lo que indica que el frotis rectal puede dar resultados más precisos con respecto a la presencia del virus en el cuerpo.
Además, otro estudio[9] encontró que los pacientes con frotis rectal positivo para SARS-CoV-2 tenían un recuento de linfocitos más bajo, una respuesta inflamatoria más alta y cambios más graves en la enfermedad, lo que indica que el frotis rectal positivo podría ser un indicador de COVID-19 más grave. Por lo tanto, la prueba de SARS-CoV-2 por vía rectal podría ser una estrategia eficaz con respecto a la monitorización de los pacientes con infección por SARS-CoV-2 confirmada por pruebas moleculares realizadas con el hisopo nasal.
Esta vía de transmisión aún se encuentra en estudio, sin embargo los estudios presentados anteriormente confirman la existencia de esta vía de contagio, que podría ocurrir por el consumo de agua contaminada, inhalación de gotitas o aerosoles en plantas de tratamiento de agua o por medio del contacto con superficies contaminadas con heces que contienen el virus.
A pesar de los hallazgos, la transmisión oro-fecal todavía no está comprobada y ni si la carga viral encontrada en estas muestras es suficiente para causar infección, sin embargo, es posible que la monitorización de las aguas residuales sea considerado una estrategia para verificar cómo se encuentra la expansión del virus.
Conozca en el vídeo a continuación cómo ocurre la transmisión y cómo protegerse de COVID-19:
Variantes del COVID-19
Las variantes de la COVID-19 surgen por cambios en el proceso de replicación del virus, dando lugar a la aparición de mutaciones en su material genético. Según la mutación sufrida se pueden modificar comportamientos del virus, como la capacidad de transmisión, la gravedad de la enfermedad y la resistencia a los tratamientos.
La Organización Mundial de la Salud las clasifica en variantes de preocupación, de interés y monitoreo, según las características del virus tras las mutaciones. Las variantes de preocupación son aquellas que, por mutaciones en la proteína de superficie del SARS-CoV-2, tienen mayor capacidad de transmisión, de causar enfermedad y/o de eludir las medidas de prevención y control adoptadas. Actualmente, se describe una variante de preocupación, la ómicron y sus subvariantes.
Conozca más sobre las variantes de la COVID-19.
Cómo prevenir el contagio del coronavirus
Para evitar la infección por el coronavirus, se recomienda adoptar medidas de protección para evitar la propagación del virus, como por ejemplo:
- Lavar bien las manos con agua y jabón, principalmente después de entrar en contacto con personas que padezcan el virus o que tenga la sospecha;
- Evitar ambientes cerrados y con mucha gente, en estos ambientes el virus consigue propagarse más fácilmente y alcanzar una mayor cantidad de personas;
- Usar mascarillas de protección individual para cubrir la nariz y boca y evitar tanto la transmisión como la infección. En regiones con mayor riesgo de infección y para profesionales de la salud que atienden a personas con sospecha de coronavirus, se recomienda el uso de mascarillas N95, N100, FFP2 o FFP3;
- Evitar el contacto con animales salvajes o que parezcan estar enfermos, ya que la trasmisión puede ocurrir entre animales y personas;
- Evitar compartir objetos personales que puedan contener gotas de saliva, por ejemplo, cubiertos y vasos.
Además, como forma de evitar la transmisión, la OMS está desarrollando e implantando medidas de monitorización de las sospechas y de los casos de infección por coronavirus, para que sea atendida la virulencia del virus y el mecanismo de transmisión.
Vea más sobre este virus en el vídeo a continuación:
¿Es posible contagiarse de COVID-19 más de una vez?
Existen, de hecho, casos reportados de personas que se contagiaron una segunda vez. Sin embargo, y de acuerdo con los CDC [7], el riesgo de infectarse de nuevo de COVID-19 es muy bajo, especialmente en los primeros 90 días después de la infección inicial. Esto sucede porque el cuerpo produce anticuerpos que garantizan una protección natural contra el virus, por lo menos durante los primeros 90 días.