Peste negra: qué es, síntomas y tratamiento

Actualizado en febrero 2024

La peste negra es una infección grave causada por la bacteria Yersinia pestis, que se transmite a través de las pulgas que se encuentran en roedores a humanos y causa síntomas como fiebre, dolor de cabeza, enrojecimiento, presión arterial baja y taquicardia.

Esta infección surgió en la Edad Media, provocando la muerte de casi el 30% de la población europea. Hoy en día es bastante raro y muy pocos casos han surgido a nivel mundial.

La peste negra puede causar varios síndromes, como la peste bubónica, septicémica o neumónica, y debe ser tratada inmediatamente por un especialista en enfermedades infecciosas tan pronto como aparecen los síntomas, pues las personas que no reciben tratamiento dentro de las 48 horas. las posibilidades de curación son muy reducidas.

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Síntomas de la peste negra

Los síntomas de la peste negra varían según el tipo de síndrome, como se indica a continuación:

1. Peste negra bubónica 

Es el tipo más conocido de peste, causando síntomas como:

  • Lesión en la piel, en el lugar donde ocurrió la picadura de la pulga;

  • Fiebre repentina por encima de 38º C;

  • Escalofríos constantes;

  • Dolor de cabeza muy intenso;

  • Cansancio excesivo o debilidad general;

  • Ganglios linfáticos muy inflamados y doloridos, que son popularmente llamadas bubones.

Generalmente, los ganglios se inflaman cerca del sitio de la picadura de la pulga, pero si el tratamiento no se inicia, la infección se puede diseminar por el sistema linfático, afectando todo el cuerpo.

2. Peste septicémica

El síndrome septicémico o peste septicémica ocurre cuando las bacterias se multiplican en la sangre, teniendo los mismos síntomas que el síndrome bubónico, excepto por la presencia del bubón.

Además, también es común que aparezcan otros signos, como presión arterial baja, taquicardia, shock, dolor abdominal intenso y manchas moradas en la piel, provocadas por sangrado debajo de la piel.

Algunas áreas de la piel también pueden volverse negras debido a la muerte del tejido, por lo que se la conoce como Peste Negra, y esto es más común en la nariz y los dedos de manos y pies.

3. Peste neumónica

Los principales síntomas del síndrome neumónico son:

  • Respiración dificultosa;
  • Sensación de dificultad para respirar;
  • Dolor de pecho;
  • Fiebre alta;
  • Tos constante que puede contener sangre.

Estos síntomas pueden aparecer de 1 a 3 días después de la infección y la mayoría de las veces ocurren debido a la propagación del bubón a los vasos sanguíneos, llegando a los pulmones, por lo que también se le llama peste neumónica.

Sin embargo, también puede ser la principal fuente de infección por inhalación de partículas contaminadas por heces de rata.

Aunque es más raro, este tipo de síndrome es bastante peligroso, sobre todo porque puede contagiarse al toser o estornudar entre personas, en espacios cerrados y con ventilación artificial o reducida. Por lo tanto, las personas con este tipo de peste deben ser aisladas.

Cómo confirmar el diagnóstico

El diagnóstico de peste negra es llevado a cabo por el infectólogo a través de la evaluación de los síntomas y la información proporcionada por la persona relacionada con su estilo de vida, como si ha estado en lugares con casos de la enfermedad, por ejemplo.

Para confirmar el diagnóstico, el médico puede solicitar un análisis de esputo, sangre y/o líquidos, así como una biopsia de un trozo de tejido extraído de la lengua, por ejemplo, con el objetivo de identificar la presencia de la bacteria Yersinia pestis.

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Transmisión de la peste negra

La transmisión de la peste negra se produce a través de las picaduras de pulgas presentes en ratas contaminadas con la bacteria Yersinia pestis. Las pulgas son reservorios de la bacteria y cuando pican a los humanos transmiten la infección.

Después de ingresar al cuerpo humano, las bacterias "engañan" al sistema inmunológico, llegando a los ganglios linfáticos, donde se multiplican dentro de los macrófagos, provocando la liberación de sustancias proinflamatorias y provocando el surgimiento de los síntomas.

Esta forma de transmisión puede provocar todo tipo de peste negra, como la peste bubónica, septicémica o neumónica.

Además, aunque es más rara, la peste neumónica también puede transmitirse de una persona a otra, mediante la inhalación de gotitas contaminadas con las bacterias, que se liberan al toser o estornudar, o por el contacto con sangre o fluidos de otras personas o animales infectados.

Cómo se realiza el tratamiento

El tratamiento para cualquiera de los tipos de peste debe realizarse con el uso de antibióticos recomendados por el infectólogo, como gentamicina, estreptomicina, doxiciclina, tetraciclina o cloranfenicol, por ejemplo.

Durante el tratamiento, la persona debe permanecer en el hospital en una habitación aislada, para evitar transmitir la enfermedad a otras personas.

Lo ideal es iniciar el tratamiento tan pronto como aparezcan los primeros síntomas, ya que existe el riesgo de que la peste provoque la muerte en menos de 24 horas, siendo el mayor riesgo las primeras 15 horas después de que aparecen los síntomas.

Por ello, ante cualquier sospecha de la enfermedad, es muy importante acudir rápidamente al hospital para confirmar el diagnóstico y empezar a utilizar antibióticos.

Cómo evitar contraer la enfermedad

La peste se puede prevenir tomando algunas medidas, que incluyen:

  • Evitar la acumulación de basura, especialmente cartones y revistas viejas, para controlar la población de roedores;
  • Aplicar productos antipulgas a los animales domésticos, especialmente si estos animales salen al exterior;
  • Aplicar repelente en la piel para protegerse de insectos y pulgas que puedan estar infectados.

Sin embargo, si aparece algún signo o síntoma sospechoso de peste, se debe acudir al hospital inmediatamente.