La liberación miofascial es una técnica utilizada para aliviar la tensión y el dolor muscular, promover la relajación y prevenir lesiones como bursitis, fascitis plantar o lesiones por esfuerzo repetitivo.
Actúa directamente sobre la fascia, el tejido que recubre los músculos, y debe ser aplicada por un fisioterapeuta mediante presión y deslizamientos sobre la zona afectada, ya sea de forma manual o con instrumentos específicos.
Es común en personas que realizan actividad física intensa o frecuente, como quienes practican musculación, crossfit o atletismo, aunque también puede beneficiar a quienes presentan contracturas o dolores musculares.
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Para qué sirve
La liberación miofascial sirve para:
- Aliviar el dolor y la tensión, promoviendo la relajación muscular;
- Mejorar la movilidad y la amplitud de movimiento;
- Aumentar la circulación de sangre y el suministro de oxígeno en los músculos.
Además, la liberación miofascial puede complementar tratamientos médicos y de fisioterapia, como la rehabilitación de lesiones, la corrección postural y los ejercicios de fortalecimiento y estiramiento, potenciando los resultados.
También ayuda en el tratamiento de condiciones específicas, como dolor en la espalda y el cuello, bursitis, lesiones por estrés repetitivo, fibromialgia, síndrome del túnel carpiano, disfunciones de la ATM y migrañas.
De esta forma, la liberación miofascial puede mejorar el desempeño en la actividad física, especialmente en actividades de alta intensidad o muy frecuentes, como musculación, crossfit, atletismo o deportes de equipo.
Cómo se realiza
La liberación miofascial generalmente la realiza el fisioterapeuta y puede ajustarse según la zona afectada y los objetivos del tratamiento, a través de técnicas como:
1. Liberación miofascial manual
En la liberación miofascial manual, el fisioterapeuta utiliza las manos, dedos, codos o antebrazos para aplicar presión sobre los músculos.
Al inicio se identifican los puntos de tensión o nódulos en los tejidos y, a continuación, se aplica una presión constante y controlada sobre esas áreas.
Durante la liberación miofascial, el fisioterapeuta puede combinar movimientos de deslizamiento, amasamiento y estiramiento, ajustando la intensidad según cada persona.
2. Liberación miofascial con instrumentos
La liberación miofascial con instrumentos se realiza con accesorios específicos para aplicar presión sobre los músculos; los más comunes son rodillos de espuma, pelotas de masaje, bastones o herramientas de acero inoxidable con bordes suaves.
El fisioterapeuta desliza el instrumento sobre la piel o, incluso, puede indicar posiciones en la que el propio peso del cuerpo ayude generando presión sobre el punto deseado. Esa presión puede ser estática o dinámica según el nivel de dolor de la persona.
3. Autoliberación miofascial
La autoliberación miofascial debe realizarse bajo la orientación de un fisioterapeuta para asegurar la ejecución correcta, la intensidad adecuada y la seguridad de los movimientos.
En esta técnica, la propia persona aplica presión sobre los músculos utilizando el peso del cuerpo, con la ayuda de accesorios como rodillos de espuma, pelotas de tenis, pelotas de masaje o bastones.
Durante el ejercicio, se recomienda adoptar una posición cómoda sobre el instrumento y realizar movimientos lentos y controlados en la zona deseada, manteniendo la presión durante algunos segundos en los puntos de mayor tensión.
Después de la liberación miofascial
Después de la liberación miofascial, es común sentir el cuerpo más ligero y relajado, pero también puede haber una leve molestia o dolor muscular en las zonas trabajadas.
Esa sensación es temporal y suele desaparecer en poco tiempo; es una respuesta natural a la liberación de tensiones y al ajuste postural.
Para que el tratamiento tenga buenos resultados, es importante mantener la regularidad de las sesiones, según la orientación del fisioterapeuta, quien puede recomendar sesiones durante algunas semanas o meses, dependiendo del caso.