Hipertensión pulmonar: qué es, síntomas, tipos y tratamiento

Actualizado en diciembre 2023

La hipertensión pulmonar es el aumento de la presión dentro de los vasos sanguíneos de los pulmones, generalmente causado por el endurecimiento de las arterias pulmonares o por alguna obstrucción debido a coágulos.

Esta condición puede afectar a personas de todas las edades, incluidos bebés, pero es más común en mujeres mayores de 30 años y en personas con enfermedades cardíacas o pulmonares, como insuficiencia cardíaca o EPOC, por ejemplo.

La hipertensión pulmonar es una condición grave que puede causar síntomas como falta de aire, hinchazón en las piernas o palpitaciones. Por eso, cuando hay sospecha de hipertensión pulmonar, es importante consultar a un neumólogo para que realice el diagnóstico, identifique la causa y comience un tratamiento adecuado.

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Síntomas de hipertensión pulmonar

Los principales síntomas de la hipertensión pulmonar son:

  • Sensación de falta de aire o dificultad para respirar;
  • Fatiga excesiva;
  • Coloración azulada en los labios o la piel;
  • Palpitaciones cardíacas o pulso acelerado;
  • Dolor en el pecho;
  • Hinchazón en los tobillos, piernas o abdomen;
  • Mareos o desmayos.

En una etapa inicial, la hipertensión pulmonar generalmente no presenta síntomas, pero con el tiempo es común que comiencen a aparecer síntomas, inicialmente relacionados con los pulmones y la respiración, para luego manifestarse como síntomas cardíacos.

Es importante consultar a un neumólogo tan pronto como aparezcan los primeros síntomas o buscar atención médica de emergencia para confirmar el diagnóstico y comenzar el tratamiento más adecuado.

Cómo confirmar el diagnóstico

Para confirmar el diagnóstico, el neumólogo generalmente realiza una evaluación del historial clínico, un examen físico y una serie de pruebas, como análisis de sangre, radiografías de tórax, tomografías computarizadas, resonancias magnéticas, electrocardiogramas o pruebas de función pulmonar, por ejemplo.

Para confirmar la sospecha de hipertensión pulmonar, el médico puede solicitar un cateterismo para medir la presión dentro de la arteria pulmonar y realizar una biopsia pulmonar para evaluar posibles daños en las células pulmonares. Conozca más sobre cómo se realiza la biopsia.

Es importante saber que el diagnóstico de la hipertensión pulmonar es complicado y no siempre es detectable en exámenes de rutina. Incluso cuando la enfermedad está más avanzada, los síntomas a menudo se parecen a los de otras afecciones cardíacas y pulmonares, lo que dificulta su identificación.

Tipos de hipertensión pulmonar

Las causas de la hipertensión pulmonar varían según el tipo de enfermedad:

1. Hipertensión pulmonar primaria

La hipertensión pulmonar primaria, también conocida como hipertensión arterial pulmonar, puede ser causada por cambios en la formación de los vasos pulmonares, generalmente debido a causas desconocidas, en cuyo caso se llaman idiopáticas, pero también puede ocurrir por:

  • Herencia, a través de cambios genéticos en la familia;
  • Uso de medicamentos como fenfluramina, dexfenfluramina o inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina;
  • Consumo de drogas como metanfetaminas o cocaína;
  • Problemas cardíacos congénitos, como la insuficiencia cardíaca congénita;
  • Esquistosomiasis.

Además, enfermedades como esclerodermia, lupus, infección por VIH o cirrosis, también pueden causar hipertensión pulmonar primaria.

2. Hipertensión pulmonar secundaria

La hipertensión pulmonar secundaria es más común y generalmente se desarrolla como complicación de otras enfermedades como:

  • Insuficiencia cardíaca, miocardiopatía o enfermedad de la válvula mitral cardíaca;
  • Enfisema pulmonar, fibrosis pulmonar o enfermedad pulmonar obstructiva crónica;
  • Apnea del sueño;
  • Trombosis o embolia pulmonar;
  • Enfermedades inflamatorias como sarcoidosis o vasculitis;
  • Enfermedades sanguíneas como policitemia vera o trombocitemia;
  • Trastornos metabólicos, como enfermedad de almacenamiento de glucógeno;
  • Insuficiencia renal;
  • Tumores que puedan presionar las arterias pulmonares.

Todas estas causas provocan estrechamiento o bloqueo de las arterias pulmonares, dificultando la circulación de sangre en el pulmón y su capacidad para captar oxígeno durante la respiración. Esto lleva al corazón a realizar un esfuerzo adicional para bombear la sangre y llevar oxígeno a otras partes del cuerpo, lo que aumenta el riesgo de complicaciones.

Cómo se realiza el tratamiento

El tratamiento para la hipertensión pulmonar debe ser orientado por un médico y tiene como objetivo controlar la enfermedad, tratar la causa, aliviar los síntomas y/o prevenir el empeoramiento de la enfermedad. Por lo tanto, puede incluir:

1. Uso de medicamentos

Los medicamentos que el neumólogo puede recetar para tratar la hipertensión pulmonar son:

  • Vasodilatadores como epoprostenol, treprostinil o iloprost: ayudan a relajar y abrir los vasos sanguíneos estrechos, mejorando el flujo sanguíneo dentro de los pulmones;
  • Estimuladores de la guanilato ciclasa como riociguat: relajan las arterias pulmonares y reducen la presión dentro de los pulmones;
  • Antagonistas del receptor de endotelina como bosentan, macitentan o ambrisentan: bloquean el efecto de la endotelina, una sustancia presente en las paredes de los vasos sanguíneos que causa el estrechamiento de las arterias pulmonares;
  • Inhibidores de la fosfodiesterasa como sildenafil o tadalafil: comúnmente utilizados para tratar la disfunción eréctil, pero también abren los vasos sanguíneos de los pulmones y permiten que la sangre fluya más fácilmente;
  • Antihipertensivos como amlodipina, diltiazem o nifedipina: ayudan a relajar los músculos alrededor de los vasos sanguíneos de los pulmones, mejorando la circulación sanguínea;
  • Anticoagulantes como warfarina: reducen la viscosidad de la sangre, previniendo la formación de coágulos que pueden causar embolia pulmonar;
  • Diuréticos como furosemida o indapamida: ayudan a eliminar el exceso de líquidos del organismo, evitando su acumulación en los pulmones, piernas o abdomen, además de reducir el esfuerzo del corazón para bombear la sangre.

El médico también puede indicar el uso de antiarrítmicos como digoxina en casos en los que la hipertensión pulmonar haya sido causada por problemas cardíacos, ya que estos medicamentos ayudan a fortalecer el músculo cardíaco, facilitando las contracciones y permitiendo un bombeo más eficaz de la sangre hacia el cuerpo.

2. Oxigenoterapia

La oxigenoterapia consiste en inhalar oxígeno en una concentración mayor que la normal, con el objetivo de garantizar la oxigenación de todos los tejidos del cuerpo. Este tratamiento debe ser indicado por el médico según los niveles de oxígeno en sangre de la persona.

La oxigenoterapia se usa especialmente en personas que viven en altitudes elevadas o que tienen apnea del sueño. En algunos casos, puede ser necesario el uso continuo de oxígeno. Sepa más sobre cómo funciona y los principales tipos de oxigenoterapia.

3. Cirugía pulmonar

En casos en los que los medicamentos no sean efectivos para controlar la hipertensión pulmonar o en los casos más graves, el médico puede recomendar algunos tipos de cirugía que incluyen:

  • Endarterectomía pulmonar: esta cirugía permite eliminar coágulos sanguíneos antiguos de las arterias pulmonares en personas con hipertensión pulmonar tromboembólica crónica;
  • Angioplastia pulmonar: se inserta un pequeño balón dentro de las arterias y se infla durante unos segundos para desbloquear y restaurar el flujo sanguíneo hacia el pulmón;
  • Septostomía atrial: se realiza en la pared entre las aurículas izquierda y derecha del corazón para reducir la presión en el lado derecho del corazón, permitiendo que el corazón bombee la sangre con más eficiencia y mejorando el flujo sanguíneo hacia los pulmones.

Estas cirugías permiten desobstruir los vasos sanguíneos dentro de los pulmones y/o mejorar el flujo sanguíneo, lo que ayuda a controlar los síntomas de la hipertensión arterial.

4. Trasplante de pulmón

El trasplante de pulmón, o de pulmón y corazón, también puede ser una opción de tratamiento, especialmente para personas más jóvenes que tienen hipertensión arterial pulmonar idiopática.

Estos trasplantes también pueden realizarse cuando otras opciones de tratamiento no son efectivas para controlar los síntomas de la hipertensión arterial, siendo la última opción de tratamiento.

Los principales riesgos del trasplante incluyen el rechazo del órgano trasplantado y la infección grave, por lo que se deben tomar medicamentos inmunosupresores durante el resto de la vida para ayudar a reducir la posibilidad de rechazo.

Posibles complicaciones

Las complicaciones de la hipertensión pulmonar pueden surgir en etapas más avanzadas de la enfermedad e incluyen:

  • Insuficiencia cardíaca;
  • Trombosis o embolia pulmonar;
  • Arritmias cardíacas;
  • Hemorragia pulmonar.

Además, las mujeres embarazadas que tienen hipertensión pulmonar tienen un mayor riesgo de complicaciones, especialmente hacia el final del embarazo o después del parto, lo que puede poner en peligro sus vidas."