Esclerodermia: qué es, síntomas y tratamiento

Actualizado en junio 2021

La esclerodermia es una enfermedad autoinmune crónica en la que hay producción excesiva de colágeno, lo que provoca el endurecimiento de la piel y afecta las articulaciones, músculos, vasos sanguíneos y algunos órganos internos, como pulmones y corazón.

Esta enfermedad afecta principalmente a las mujeres mayores de 30 años, pero también puede presentarse en hombres y niños; y se divide en dos tipos: esclerodermia localizada y sistémica, de acuerdo con su intensidad. La esclerodermia no tiene cura y su tratamiento se realiza para aliviar los síntomas y retrasar la progresión de la enfermedad.

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Síntomas de la esclerodermia

Los síntomas de la esclerodermia evolucionan con el transcurso del tiempo, y según la localización de los síntomas, la esclerodermia se puede clasificar en:

  • Sistémica, en la cual los síntomas se manifiestan en la piel y en los órganos internos, siendo considerada la forma más grave de la esclerodermia;
  • Localizada, en la cual los síntomas se limitan a la piel.

De manera general, los principales síntomas relacionados con la esclerodermia incluyen:

  • Engrosamiento y rigidez de la piel;
  • Hinchazón constante de los dedos y de las manos;
  • Oscurecimiento de los dedos en lugares fríos o durante episodios de estrés excesivo, también conocido como fenómeno de Raynaud;
  • Comezón constante en la región afectada;
  • Caída del cabello;
  • Manchas muy oscuras y muy claras en la piel;
  • Aparición de manchas rojas en el rostro.

Las primeras manifestaciones de la enfermedad se inician en las manos y, después de meses o años, se extienden al rostro, dejando la piel endurecida, sin elasticidad y sin arrugas, presentando también dificultad para abrir la boca completamente. Además, en los casos de esclerodermia sistémica, la persona puede también presentar aumento de la presión sanguínea, indigestión, sensación de falta de aire, pérdida de peso sin causa aparente y alteraciones en el hígado y en el corazón.

Posibles complicaciones

Las complicaciones de la esclerodermia están relacionadas con el inicio del tratamiento y son más frecuentes de aparecer en personas que presentan la forma sistémica de la enfermedad. Así, cuando el tratamiento no se realiza de acuerdo con las indicaciones del médico, la persona desarrolla algunas complicaciones como dificultad para mover los dedos, tragar o respirar, anemia, artritis, problemas cardíacos e insuficiencia renal, por ejemplo.

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Cómo se realiza el diagnóstico

El diagnóstico de la esclerodermia es difícil, ya que los síntomas evolucionan lentamente y pueden confundirse con otros problemas de la piel. La confirmación de la enfermedad debe ser realizada por un dermatólogo o reumatólogo, teniendo en cuenta los signos y síntomas presentados por la persona y los resultados de pruebas de imagen y de laboratorio.

De esta manera, puede ser indicado por el médico realizar una tomografía o radiografía de tórax y una biopsia de la piel, además de recomendar llevar a cabo la prueba de ANA, que es una prueba de laboratorio que tiene como objetivo identificar la presencia de autoanticuerpos circulantes en la sangre.

Tratamiento de la esclerodermia

La esclerodermia no tiene cura, por lo que el tratamiento tiene como objetivo prevenir la progresión de la enfermedad, aliviar los síntomas y promover la calidad de vida de la persona. El tratamiento indicado por el reumatólogo o el dermatólogo puede variar según el tipo de la esclerodermia y los síntomas presentados por la persona, pudiendo estar indicado el uso de algunos medicamentos según el caso, que pueden aplicarse directamente en la piel o ser ingeridos, como inmunosupresores o corticosteroides.

En el caso de personas que presentan como uno de los síntomas de la esclerodermia el fenómeno de Raynaud, está indicado también mantener calientes las extremidades del cuerpo.

Asimismo, como la esclerodermia puede estar relacionada con la rigidez de las articulaciones, puede estar indicado realizar sesiones de fisioterapia para aumentar la flexibilidad de las mismas, disminuir el dolor, prevenir contracturas y mantener la función y amplitud de los miembros.