Criptorquidia: qué es, cómo identificar y tratamiento

La criptorquidia o testículo no descendido, es una situación en la que los testículos del bebé no descienden hacia el escroto y permanecen en la región abdominal o en la ingle. Normalmente, los testículos descienden en los últimos meses del embarazo, pudiendo ocurrir también hasta los 6 meses de vida.

Cuando este descenso no se produce pasado este periodo, el pediatra puede palpar el escroto para comprobar la ausencia de uno o ambos testículos y así confirmar la criptorquidia. Es importante que esta situación se identifique y se trate en los primeros meses de vida del bebé, pues si no es tratada puede aumentar el riesgo de padecer hernias, torsión testicular, infertilidad (principalmente cuando ocurre en ambos testículos) o cáncer de testículo.

El tratamiento deberá ser indicado por el pediatra, el cual podrá recomendar la realización de una terapia hormonal o, si lo considera necesario, referenciará al bebé a un cirujano pediátrico para que evalúe si es necesario la realización de una cirugía para fijar el testículo en la bolsa escrotal. 

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Cómo identificarla

El pediatra puede identificar la criptorquidia a lo largo del desarrollo del niño y si no hay descenso de los testículos al escroto hasta el año de edad. Para conocer la posición de los testículos, el pediatra puede palpar el escroto y verificar si hay alteraciones, clasificando la criptorquidia en dos tipos principales que incluyen:

  • Criptorquidia bilateral: cuando ambos testículos están ausentes del escroto;
  • Criptorquidia unilateral: cuando un testículo está ausente en uno de los escrotos. 

Es importante que la criptorquidia sea identificada y tratada entre los 6 y los 18 meses de vida del bebé, ya que así es posible prevenir complicaciones como el desarrollo de hernias, torsión testicular e infertilidad, además del aumento del riesgo de cáncer testicular.

Posibles causas

La criptorquidia puede ocurrir como resultado de alteraciones genéticas, deficiencias hormonales en el bebé, debilidad o ausencia de los músculos abdominales. También puede ocurrir como resultado de factores relacionados con la madre, como la obesidad, diabetes gestacional y preeclampsia, el tabaquismo, la edad avanzada, ingesta de alcohol durante el embarazo y contacto prolongado con pesticidas, por ejemplo.

Además, tener un parto prematuro o que el bebé tenga bajo peso al nacer, parálisis cerebral, síndrome de Prader–Willi o síndrome de Down, también pueden aumentar el riesgo de criptorquidia.

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Cómo se realiza el tratamiento

El tratamiento de la criptorquidia debe ser orientado por el pediatra, pudiendo estar indicada inicialmente la terapia hormonal, a través de inyecciones de testosterona o de la hormona gonadotropina coriónica, los cuales ayudan a la maduración del testículo haciéndolo descender al escroto, tratamiento que resuelve la mitad de los casos.

No obstante, cuando los testículos no “bajan” hasta los 18 meses de edad, se suele indicar una cirugía para colocar el testículo en el lugar correcto. En los casos donde el testículo es retráctil, es decir, a veces se encuentra en el escroto y otras veces no, se recomienda un seguimiento anual con el cirujano pediátrico, pues hay riesgo de que este no descienda. 

Cuando se detecta la ausencia de testículos en etapas posteriores, puede ser necesaria la extirpación de los testículos para evitar futuras complicaciones, ocasionando esterilidad.