Vejiga neurogénica: qué es, tipos y tratamiento

Actualizado en abril 2023

La vejiga neurogénica es la incapacidad de controlar el acto de orinar, debido a una disfunción en la vejiga o a nivel del esfinter urinario, pudiendo ser causada por alteraciones en los nervios que impiden que los músculos de la región no consigan relajarse o contraerse en el momento adecuado.

Además, también puede ser causada por situaciones que irritan la vejiga, como es el caso de las alteraciones hormonales, inflamaciones o infecciones, por ejemplo. Existen 2 tipos de condiciones, la vejiga neurogénica hipoactiva e hiperactiva, produciéndose diferentes síntomas dependiendo de cuál sufra la persona.

Según el tipo de vejiga, el médico podrá definir entre las opciones de tratamiento, que incluyen el uso de medicamentos, como oxibutinina, tolterodina o la aplicación de toxina botulínica, por ejemplo, así como la realización de fisioterapia, el uso de un catéter urinario y/o cirugía.

Imagem ilustrativa número 1

Tipos de vejiga neurogénica

Los tipos de vejiga neurogénica son:

1. Vejiga hiperactiva

También se conoce como vejiga espástica o vejiga nerviosa, ya que la vejiga se contrae de forma involuntaria, por lo que pierde orina de forma inesperada y en momentos inadecuados. La vejiga hiperactiva es más común en las mujeres y puede ser estimulada por cambios hormonales en la menopausia o por el agrandamiento del útero durante el embarazo.

Principales síntomas: incontinencia urinaria, ganas de orinar frecuentemente y en pequeñas cantidades, dolor o ardor en la región de la vejiga, pérdida de control sobre la capacidad de orinar. Vea otros síntomas de la vejiga hiperactiva.

2. Vejiga hipoactiva

La vejiga hipoactiva, conocida también como vejiga flácida, no es capaz de contraerse voluntariamente, o el esfínter no es capaz de relajarse, lo que provoca el almacenamiento de la orina, sin poder eliminarla adecuadamente.

Principales síntomas: sensación de que la vejiga no se ha vaciado completamente después de orinar, goteo después de orinar o pérdida involuntaria de orina. Esto aumenta las posibilidades de tener una infección urinaria y que se deteriore la función renal, por lo que se debe iniciar el tratamiento lo antes posible.

Cómo confirmar el diagnóstico

Para diagnosticar la vejiga neurógena, el urólogo evaluará los síntomas, antecedentes médicos y practicará un examen físico, además de solicitar exámenes de diagnóstico que permitan visualizar el funcionamiento de las vías urinarias, como una ecografía, radiografía con contraste, uretrocistografía y un examen de urodinamia, el cual permite evaluar la contracción de los músculos urinarios en el momento de la micción.

Posibles causas 

Las causas de la vejiga neurogénica son:

  • Irritación de la vejiga, debido a infección urinaria o cambios hormonales, como en la menopausia;
  • Alteraciones genéticas, como ocurre en el mielomeningocele;
  • Enfermedades neurológicas reversibles, como la neurocisticercosis o la neuroesquistosomiasis;
  • Compresión de nervios en la región lumbar por hernia discal;
  • Accidente que lesione la columna vertebral, causando paraplejía o cuadriplejía;
  • Enfermedades neurológicas degenerativas como la esclerosis múltiple o el Parkinson;
  • Deterioro neurológico posterior al accidente cerebrovascular;
  • Trastornos neurológicos periféricos causados ​​por la diabetes;
  • Pérdida de elasticidad de la vejiga, causada por inflamación, infecciones o trastornos neurológicos en general.

En los hombres, una próstata agrandada puede simular muchos síntomas de vejiga neurogénica, siendo una importante causa reversible de alteración en la función de los músculos urinarios.

Cómo se realiza el tratamiento

El tratamiento para la vejiga neurogénica es complejo y puede implicar:

  • Uso de fármacos agonistas parasimpáticos, como el cloruro de betanecol, fármacos antimuscarínicos, como la oxibutinina o la tolterodina, así como otros agentes que actúan sobre los neurotransmisores, como el glutamato, serotonina, noradrenalina, dopamina y el ácido gamma-aminobutírico (GABA), utilizados dependiendo del caso;
  • La toxina botulínica (botox), que puede usarse para disminuir la espasticidad de algunos músculos;
  • Sonda intermitente, que es el paso de una sonda vesical, que puede ser utilizada periódicamente por el propio paciente (4 a 6 veces al día) y retirada después de vaciar la vejiga;
  • Cirugía, que puede ser para mejorar la funcionalidad de la vejiga o desviar la orina a una abertura externa (ostomía) creada en la pared abdominal;
  • Fisioterapia, con ejercicios para fortalecer el suelo pélvico.

El tipo de tratamiento dependerá de la causa de la enfermedad, apuntando a su solución. Sin embargo, cuando esto no es posible, el médico puede recomendar una combinación de tratamientos para mejorar la calidad de vida de la persona, además de prevenir infecciones recurrentes y daño renal.

¿La vejiga neurogénica tiene cura?

La vejiga neurógena se puede curar cuando está provocada por causas reversibles, como una infección urinaria o una infección cerebral por neurocisticercosis, por ejemplo, mostrando una mejoría tras el tratamiento.

Sin embargo, en muchos casos, la vejiga neurogénica no tiene cura, pero el tratamiento puede ayudar a mejorar el tono muscular, aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida de la persona. Para ello, es importante el seguimiento con un urólogo y, en algunos casos, con un neurólogo.