La placenta es un órgano que se desarrolla durante el embarazo y que sirve para proporcionar nutrientes y oxígeno al bebé durante su su desarrollo dentro de la madre, así como secretar algunas hormonas fundamentales para esta fase.
Después del nacimiento del bebé, ocurre el alumbramiento, que es la fase del parto en que se expulsa de forma natural la placenta. Este proceso es auxiliado por el obstetra para confirmar que no permanezcan restos placentarios dentro del útero, ya que podrían causar complicaciones en el postparto, como sangrado genital o endometritis, por ejemplo.
La placenta es fundamental para el desarrollo del bebé, sin embargo, durante el embarazo, puede sufrir algunas alteraciones que pueden poner en riesgo el desarrollo del embarazo, por lo que es importante que la gestante acuda a todas sus consultas prenatales para que el médico realice los exámenes de rutina y, en caso necesario, se tomen las medidas adecuadas para evitar complicaciones.

Tipos de placenta
Los tipos de placenta, según la alteración que presenta, son:
1. Placenta previa o placenta baja
La placenta previa, también llamada placenta de inserción baja, ocurre cuando la placenta se desarrolla parcial o completamente en la región inferior del útero, cubriendo el cuello uterino, que es el lugar por donde pasa el bebé, impidiendo un parto normal. La placenta previa es común al inicio del embarazo y no es muy preocupante, ya que con el crecimiento del útero a lo largo del embarazo, es posible que la placenta se desplace a la ubicación correcta, permitiendo un parto normal.
Sin embargo, cuando la placenta previa persiste hasta el tercer trimestre del embarazo, puede ser necesaria una cesárea, ya que en este caso no es posible tener un parto natural. Este cambio es más común en mujeres que están embarazadas de gemelos, que tienen cicatrices uterinas de cirugías anteriores, que tienen más de 35 años o que han tenido placenta previa en embarazos anteriores.
La aparición de una placenta baja se puede detectar mediante ultrasonografía durante el cuidado prenatal, en el que el médico comprueba la posición de la placenta durante todo el desarrollo del embarazo. Si se confirma placenta previa, es importante que la mujer busque atención médica siempre que presente sangrado vaginal, ya que de esta manera el médico podrá monitorear, identificar la causa del sangrado y reducir el riesgo de parto prematuro y complicaciones durante el embarazo. Conozca más sobre la placenta previa y sus tipos.
2. Desprendimiento de placenta
El desprendimiento de placenta corresponde a una situación en la que la placenta se separa de la pared del útero, produciendo sangrado vaginal y cólicos abdominales fuertes. Debido a la separación de la placenta, hay una disminución de la cantidad de nutrientes y oxígeno suministrado al bebé, interfiriendo en su desarrollo.
El desprendimiento de placenta puede producirse con mayor frecuencia a partir de la semana 20 de gestación y puede provocar un parto prematuro. Conozca las principales causas y tratamiento de la placenta previa.
3. Placenta acreta
Cuando la placenta permanece adherida a la pared uterina, resistiéndose salir al momento del parto. Este problema puede causar hemorragias con necesidad de transfusión de sangre y, en los casos más graves, remoción total del útero y riesgo de vida para la madre.
4. Placenta calcificada o envejecida
Es un proceso normal y está relacionado con el grado de desarrollo de la placenta. Esta alteración sólo es un problema si la placenta se encontrara en grado III de calcificación antes de las 34 semanas, ya que puede causar disminución del ritmo de crecimiento del feto. En general, la mujer no presenta síntomas y es diagnosticado por el médico a través de ultrasonidos de rutina.
5. Infarto de placenta o trombosis placentaria
El infarto de placenta se produce cuando hay la presencia de trombosis, que es el taponamiento de algún vaso sanguíneo de la placenta, causando disminución de la cantidad de sangre que va a hacia el bebé. A pesar de que esta complicación puede producir abortos, también puede pasar desapercibida y no causar problemas en el embarazo.
6. Placenta bilobulada
La placenta bilobulada se produce cuando la placenta se divide en dos del mismo tamaño y que están conectadas por tejido placentario.
Este cambio debe ser monitoreado cuidadosamente por el equipo médico, ya que existe un mayor riesgo de rotura de los vasos entre las dos partes de la placenta durante el parto normal.
7. Placenta succenturiata
La placenta succenturiata es la división de la placenta en dos o más partes de diferentes tamaños, generalmente más pequeñas que la placenta principal. La conexión entre las partes se produce únicamente a través de vasos, sin tejido placentario.
El principal riesgo de este cambio es la imposibilidad de expulsar completamente todas las partes de la placenta después del nacimiento, lo que aumenta el riesgo de hemorragia e infección materna. Vea qué es la hemorragia posparto.
Para qué sirve la placenta
Las principales funciones de la placenta son:
- Proporcionar nutrientes y oxígeno al bebé;
- Producción de hormonas esenciales para la gestación;
- Protección inmunológica del bebé;
- Eliminar residuos producidos por el bebé, como orina.
La placenta es fundamental para el desarrollo del bebé, sin embargo, durante el embarazo puede sufrir cambios no deseados, trayendo riesgos y complicaciones para la madre y el bebé.
¿Cómo se forma la placenta?
La formación de la placenta, una vez que se produce la implantación en el útero, está formada por células tanto del útero como del bebé. El crecimiento de la placenta es rápido y en el segundo trimestre del embarazo es más grande que el bebé. Alrededor de las 16 semanas de gestación, la placenta y el bebé tienen el mismo tamaño y, al final del embarazo, el bebé pesa aproximadamente 6 veces más que la placenta.
La placenta se elimina en el momento del nacimiento, ya sea por cesárea o normal. En un parto natural, la expulsión completa de la placenta puede tardar de 30 minutos a 1 hora, mientras que en una cesárea, el médico extrae la placenta de la misma forma en que extrajo al bebé. Durante la extracción de la placenta, ya sea de forma normal o con ayuda médica, es común experimentar dolor de vientre leve después del parto, como en el período menstrual, debido a que el útero comienza a volver a su tamaño normal.