Placenta previa: qué es, síntomas, tratamiento y riesgos

Actualizado en octubre 2020

La placenta previa, también conocida como placenta de inserción baja, se produce cuando la placenta se inserta parcial o totalmente en la zona inferior del útero, pudiendo cubrir la abertura interna del cuello uterino. A pesar de que no en todos los casos causa síntomas, la placenta previa puede producir sangrado vaginal, riesgo de parto prematuro o complicaciones durante el parto.

Generalmente se detecta en el segundo trimestre de gestación, sin embargo no se considera un problema serio en esta fase, ya que conforme el útero crece, se desplaza hacia arriba permitiendo que la abertura del cuello del útero se libere para el momento del parto. Sin embargo, en algunos casos, puede persistir, confirmándose por medio de ultrasonido en el tercer trimestre, alrededor de la semana 32 de gestación.

El tratamiento es prescrito por el obstetra, y en caso de placenta previa con poco sangrado se indica permanecer en reposo y evitar el contacto íntimo. Sin embargo, cuando esta presenta sangrado intenso, puede ser necesario permanecer internada para la evaluación fetal y materna constante.

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Principales síntomas

Los síntomas de placenta previa son más frecuentes a partir del 3er trimestre del embarazo e incluyen sangrado vaginal, normalmente sin dolor, de color rojo vivo.

Ante la presencia de estos síntomas, la embarazada debe acudir inmediatamente al hospital para ser evaluada por un obstetra y que se le realice un ultrasonido para verificar la localización de la placenta, ya que estos síntomas pueden confundirse con el desprendimiento de placenta. Conozca más sobre cómo se produce el desprendimiento de placenta y qué hacer en esta situación.

El diagnóstico de la placenta previa se realiza a través de un ultrasonido. Cuando se encuentra alguna irregularidad de este tipo en la placenta al inicio del embarazo, se llama placenta de inserción baja, y es probable que la placenta se posiciones correctamente después de la semana 30 de gestación. En gestantes que no presentan síntomas, la placenta previa es descubierta por ultrasonido en el 3er trimestre, el cual forma parte de los exámenes prenatales.

Tipos de placenta previa

De acuerdo a su localización en el útero, la placenta previa puede clasificarse en diferentes tipos:

  • Total: la placenta cubre por completo la abertura del cuello uterino;
  • Parcial: la placenta cubre parcialmente la abertura interna del cuello del útero;
  • Marginal o lateral: la placenta alcanza se posiciona en la abertura interna del cuello uterino, pero no la cubre;
  • Inserción baja: la placenta se localiza en la parte inferior del útero, pero no alcanza la abertura interna del cuello del útero.

La placenta previa es más frecuente en mujeres embarazadas de gemelos, multíparas, que tienen cicatrices uterinas anteriores, más de 35 años de edad o que tienen antecedente de placenta previa. Conozca más sobre la placenta y los problemas que puede desarrollar en el embarazo.

Cómo se realiza el tratamiento

El tratamiento de la placenta previa debe ser orientado por el obstetra y puede ser realizado en el hospital o en casa, dependiendo de la edad gestacional y el sangrado vaginal que presente la embarazada. Generalmente, el tratamiento incluye reposo y adopción de cuidados como:

  • Evitar realizar esfuerzos y permanecer mucho tiempo de pie, procurando estar la mayor parte del tiempo sentada o acostada, de preferencia, con las piernas elevadas;
  • Dejar de trabajar, teniendo que permanecer en casa;
  • Evitar el contacto íntimo.

Cuando el sangrado es intenso, la mujer podrá requerir de internamiento en el hospital y de transfusiones de sangre o incluso de una cesárea de emergencia. En casos más graves el médico podrá también prescribir medicamentos para acelerar el desarrollo de los órganos del bebé, así com medicamentos para evitar el parto prematuro y para que el embarazo se mantenga por lo menos hasta la semana 36 de gestación.

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Riesgos de la placenta previa

El principal riesgo de la placenta previa es el parto prematuro y la hemorragia, lo que repercute en la salud de la madre y el bebé. Además, la placenta previa también puede causar acretismo placentario, que es cuando la placenta se adhiere a la pared del útero, dificultando su salida al momento del parto. Esta complicación puede poner en riesgo la vida de la madre. Existen 3 tipos de acretismo placentario:

  • Placenta acreta: cuando la placenta está adherida a la pared del útero de forma leve;
  • Placenta increta: la placenta está adherida más profundo que la acreta;
  • Placenta percreta: es el caso más grave, cuando la placenta se encuentra adherida aún más profundo que la increta.

El acretismo placentario es más común en mujeres con antecedente de cesárea debido a placenta previa, y muchas veces su gravedad sólo se descubre al momento del parto.

Riesgos durante el parto

El parto natural es seguro cuando la placenta se localiza por lo menos a 2 cm de distancia de la abertura del cuello uterino. Sin embargo, em caso de que haya sangrado importante, es necesario realizar una cesárea, ya que la abertura del cuello del útero impide el paso del bebé pudiendo provocar hemorragia materna durante el parto.

Además, puede ser necesario que el bebé nazca antes de la fecha probable de parto, ya que la placenta puede desprenderse y comprometer el paso de oxígeno al bebé.