Después de tomar antibióticos, se recomienda esperar entre 48 y 72 horas tras la última dosis antes de consumir alcohol. Este intervalo ayuda a evitar reacciones adversas y a permitir que el organismo elimine completamente el medicamento.
Algunos antibióticos, como el metronidazol o ciertas cefalosporinas, pueden causar náuseas, dolor abdominal, enrojecimiento o malestar fuerte si se mezclan con alcohol. Además, el alcohol puede disminuir la eficacia del tratamiento y aumentar el riesgo de efectos secundarios.
Tomar alcohol durante una infección también puede dificultar la recuperación, ya que debilita el sistema inmune y puede retrasar la curación. Por eso, lo más seguro es evitar cualquier bebida alcohólica hasta finalizar completamente el tratamiento antibiótico. Vea más sobre los antibióticos.
Se recomienda acudir al médico si después de mezclar alcohol y antibióticos aparecen síntomas como dificultad para respirar o enrojecimiento intenso en la piel, ya que pueden indicar una reacción grave.