La demencia senil no es un diagnóstico médico específico; es un término popular que se utiliza para describir un conjunto de síntomas relacionados con la pérdida de memoria, del lenguaje o del juicio, que interfieren en la vida diaria. Por su parte, el Alzheimer es una enfermedad concreta del cerebro y la causa más común de demencia.
La demencia senil se produce cuando las neuronas, las células del cerebro, dejan de funcionar correctamente, afectando poco a poco las capacidades mentales de la persona. Aunque suele aparecer en personas mayores, no es una consecuencia inevitable del envejecimiento.
En el caso del Alzheimer, la enfermedad se caracteriza por la pérdida progresiva de funciones debido a cambios específicos en el cerebro, como la acumulación de proteínas que dañan las neuronas, provocando que los síntomas empeoren con el tiempo.
Es fundamental acudir al neurólogo ante los primeros signos de demencia, como la pérdida de memoria, para que el especialista pueda realizar un diagnóstico preciso e indicar el tratamiento más adecuado, con el objetivo de evitar o ralentizar la progresión de la enfermedad.