Hepatitis C: qué es, síntomas, contagio y tratamiento

La hepatitis C es una inflamación del hígado causada por el virus VHC. Aunque suele ser asintomática, con el tiempo puede causar cansancio, dolor abdominal o color amarillento en la piel y los ojos, señales de que el hígado ya está comprometido.

El virus se transmite principalmente a través del contacto con sangre contaminada, lo cual puede suceder al compartir agujas o jeringas, especialmente en el consumo de drogas, o durante procedimientos como tatuajes, perforaciones o manicuras, si los instrumentos no están bien esterilizados. 

El tratamiento de la hepatitis C debe ser indicado por un gastroenterólogo o hepatólogo, y se basa en el uso de medicamentos antivirales como sofosbuvir y daclatasvir. Cuando el tratamiento no resulta efectivo, puede ser necesario un trasplante de hígado

hombre en consulta con hepatólogo

Principales síntomas 

Los principales síntomas de hepatitis C son los siguientes:

  • Dolor abdominal, muscular o articular;
  • Náuseas y vómitos
  • Orina oscura y heces claras;
  • Coloración amarillenta en la piel o los ojos (ictericia);
  • Cansancio extremo;
  • Abdomen inflamado;
  • Pérdida del apetito;
  • Fiebre leve.

Aproximadamente el 70 % de las personas infectadas con el VHC no presentan síntomas en las etapas iniciales, lo que hace que muchas desconozcan que son portadoras del virus.

Se estima que alrededor del 30 % de las personas infectadas puede presentar síntomas leves que suelen confundirse con otras enfermedades, como fiebre, mareos, vómitos o pérdida del apetito. Estas manifestaciones suelen aparecer aproximadamente 45 días después del contagio.

Ante la aparición de cualquier síntoma, es importante acudir al médico para confirmar el diagnóstico e iniciar el tratamiento más adecuado.

Test online para saber el riesgo de padecer hepatitis

Para conocer el riesgo que tiene de tener hepatitis, seleccione los síntomas que presenta en el siguiente test:

  1. 1. Dolor en la región superior derecha del abdomen
  2. 2. Color amarillento en los ojos o en la piel
  3. 3. Heces amarillentas, grisáceas o blanquecinas
  4. 4. Orina oscura
  5. 5. Fiebre baja constante
  6. 6. Dolor en las articulaciones
  7. 7. Pérdida del apetito
  8. 8. Náuseas o mareos frecuentes
  9. 9. Cansancio fácil y sin razón aparente
  10. 10. Abdomen hinchado

El test de síntomas es solo una herramienta de orientación, por lo que no sirve como diagnóstico ni sustituye la consulta con el médico general, gastroenterólogo o hepatólogo.

Cómo se contagia

La hepatitis C se transmite por contacto directo con sangre contaminada, y las principales formas de contagio incluyen:

  • Compartir agujas o jeringas para inyección de drogas;
  • Hacerse tatuajes, piercings o manicura/pedicura con instrumentos no esterilizados;
  • Compartir objetos personales que puedan tener rastros de sangre, como cepillos de dientes o alicates;
  • Transfusiones de sangre o trasplantes realizados antes de 1992, cuando aún no se hacían pruebas específicas para detectar el virus;
  • Accidentes con objetos punzocortantes en ambientes de salud, como pinchazos con agujas contaminadas;
  • De madre a hijo durante el parto;
  • Durante relaciones sexuales sin protección, especialmente si hay presencia de sangre.

Para evitar el contagio de la hepatitis C, es importante utilizar condón en todas las relaciones sexuales, no compartir material de uso personal o exigir el uso de materiales desechables en procedimientos como tatuajes, manicuras o piercings.

Diferencias entre la hepatitis A, B y C

Las principales diferencias entre la hepatitis A, B y C son las siguientes:

Característica Hepatitis A Hepatitis B Hepatitis C
Vía de transmisión Fecal-oral (alimentos o agua contaminada) Contacto con sangre, semen y fluidos corporales Contacto directo con sangre contaminada
Síntomas frecuentes Fiebre, fatiga, náuseas, ictericia Cansancio, dolor abdominal, ictericia Mayoría sin síntomas; puede haber fatiga, ictericia
Periodo de incubación 15 a 50 días 60 a 150 días 14 a 180 días
Vacuna disponible Si Si No
Riesgo de cirrosis/cáncer No Sí, si es crónica Sí, si es crónica

A pesar de sus diferencias, todas las formas de hepatitis pueden afectar gravemente al hígado, por lo que el diagnóstico temprano y la prevención son fundamentales.

Cómo se realiza el diagnóstico

El diagnóstico inicial de la hepatitis C lo realiza el médico general o el gastroenterólogo, con base en la evaluación de los signos y síntomas que presenta la persona, además de análisis de sangre que permiten detectar la presencia del virus y confirmar el diagnóstico, así como el tipo de hepatitis.

Para valorar la gravedad de la infección, el médico puede solicitar estudios de imagen, como un ultrasonido abdominal, que ayuda a observar las características del hígado.

También puede indicar la medición de enzimas hepáticas en sangre, como la TGO y la TGP, que permiten evaluar el funcionamiento del órgano. Según los niveles encontrados, es posible estimar el riesgo de complicaciones como cirrosis o cáncer hepático, por ejemplo. Conozca más sobre los exámenes que evalúan al hígado.

Cómo prevenir 

La forma más efectiva de prevenir la hepatitis C es evitar el contacto con sangre contaminada y para ello, se recomienda no compartir agujas, jeringas ni objetos personales como rastrillos o cortaúñas.

Al realizarse tatuajes, perforaciones o manicuras, los materiales deben estar esterilizados o ser desechables.

Aunque el riesgo es menor, el uso de condón también ayuda a reducir la transmisión por vía sexual.

Cómo es el tratamiento 

El tratamiento de la hepatitis C debe ser indicado por el médico hepatólogo o gastroenterólogo y se realiza con medicamentos antivirales, los cuales eliminan el virus del cuerpo en pocas semanas y presentan una alta tasa de curación.

Actualmente, los más utilizados son los antivirales de acción directa, como sofosbuvir y daclatasvir, que se administran por vía oral, una vez al día, durante un período de 8 a 12 semanas, dependiendo del tipo de virus y del estado del hígado.

Si la infección no se trata a tiempo, puede causar un daño grave en el hígado que, en algunos casos, puede ser necesario realizar un trasplante de hígado. Aun así, los médicos intentan eliminar el virus antes del procedimiento para reducir el riesgo de complicaciones.

Cuando el tratamiento no elimina el virus, la infección puede volverse crónica, lo que incrementa el riesgo de desarrollar cirrosis y cáncer de hígado. En estos casos, llevar una alimentación saludable es fundamental para ayudar a prevenir complicaciones.

¿Existe una vacuna contra la hepatitis C?

Actualmente no existe una vacuna aprobada contra la hepatitis C. Esto se debe a la alta variabilidad genética del virus, que dificulta el desarrollo de una protección eficaz.

Aunque hay investigaciones en curso, aún no se ha logrado una vacuna segura y efectiva. Por ello, la mejor forma de prevención sigue siendo evitar el contacto con sangre contaminada.