Aspergilosis: qué es, síntomas y tratamiento

Actualizado en mayo 2022

La aspergilosis es una enfermedad infecciosa causada por el hongo Aspergillus fumigatus, que está presente en varios ambientes, como el suelo, plantas, material en descomposición y de obras, por ejemplo.

Debido a que el hongo puede encontrarse en diversos ambientes, las personas pueden estar más en contacto con el Aspergillus fumigatus, sin embargo no todas desarrollan la enfermedad, ya que el hongo crece con mayor facilidad y produce síntomas en personas que poseen el sistema inmunológico más comprometido por enfermedades, como VIH y lupus; transplante o uso de medicamentos.

La principal vía de infección del Aspergillus es a través de la inhalación, haciendo que permanezca alojado en los pulmones y lleve al surgimiento de síntomas como tos, falta de aire y fiebre, que rápidamente puede agravarse y lesionar otros lugares del cuerpo, como el cerebro, corazón o riñones, principalmente cuando el tratamiento con antifúngicos no se ha iniciado.

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Principales síntomas

Después de la inhalación de las esporas del Aspergillus fumigatus, el hongo puede colonizar el tracto respiratorio y permanecer en el organismo sin que haya ninguna manifestación clínica. Sin embargo, en las personas con el sistema inmune comprometido puede haber síntomas de acuerdo a la zona afectada y a la gravedad de la infección, pudiendo haber:

1. Reacción alérgica

Se produce principalmente en personas con antecedentes de enfermedades pulmonares crónicas, como asma o fibrosis quística, e incluye signos y síntomas como:

  • Fiebre superior a 38ºC;
  • Tos con sangre o flema;
  • Sensación de falta de aire;
  • Escurrimiento nasal y dificultad para percibir olores.

Este es el tipo de reacción menos grave y, en la mayoría de los casos, puede tratarse con los medicamentos que se han utilizado anteriormente para las crisis de asma, por ejemplo. Sin embargo, en caso de que los síntomas empeoren, es importante acudir al hospital.

2. Aspergilosis pulmonar

Estos casos también son muy comunes, pero normalmente afectan a personas que no tienen antecedentes de enfermedades pulmonares. Los síntomas incluyen:

  • Perdida de peso;
  • Tos persistente;
  • Tos con sangre;
  • Cansancio excesivo;
  • Sensación de falta de aire.

En caso de no ser tratada adecuadamente, la infección en el pulmón puede desarrollarse y diseminarse en la sangre, llegando a otros lugares del cuerpo. Además, en algunos casos, el hongo puede colonizar las cavidades pulmonares y formar una masa de hongo, conocida como aspergiloma, que puede continuar creciendo y producir tos con sangre, además de también poder diseminarse por los vasos sanguíneos y dar como resultado una aspergilosis invasiva.

3. Aspergilosis invasiva

Es el tipo más grave de la infección que se produce cuando el hongo logra multiplicarse en los pulmones y después se disemina por la sangre. Los síntomas de este tipo de aspergilosis pueden ser:

  • Fiebre superior a 38ºC;
  • Dolor en el pecho;
  • Tos persistente;
  • Dolor en las articulaciones;
  • Dolor de cabeza;
  • Inflamación en el rostro.

Además, este hongo tiene la capacidad de entrar en los vasos sanguíneos, diseminarse con facilidad y favorecer el cierre de los vasos, dando como resultado una trombosis.

El tipo más común de aspergilosis es la invasiva, que ocurre cuando el sistema inmune está muy debilitado, por lo que sus síntomas pueden ser difíciles de identificar, ya que pueden interpretarse como síntomas de la enfermedad que está causando la disminución de las defensas del organismo.

Quién tiene más riesgo

El contagio por Aspergillus fumigatus se produce principalmente por medio de la inhalación de las esporas presentes en el ambiente, sin embargo también puede presentarse debido a la inoculación de esporas en la córnea, por ejemplo.

A pesar de poder ser inhalado por cualquier persona, el desarrollo de aspergilosis, principalmente de tipo invasiva, es más frecuente en personas que tienen el sistema inmunológico más comprometido debido a enfermedades infecciosas y/o crónicas, como VIH y lupus; que fueron sometidas a trasplante de órganos recientemente o que toman medicamentos que disminuyen la actividad del sistema inmune, como corticoides, quimioterapéuticos o inmunosupresores.

Diagnóstico de la aspergilosis

El diagnóstico de la aspergilosis se realiza inicialmente por el infectólogo, neumólogo o médico general por medio de la evaluación de los signos y síntomas presentados por la persona, además del antecedente de salud.

Para confirmar la infección del hongo, puede indicarse la evaluación de la expectoración a través del microscopio o del examen de sangre por medio de una serología que detecta anticuerpos específicos contra este hongo o un cultivo de tejido infectado.

Por ello, de acuerdo al resultado de los exámenes es posible confirmar la aspergilosis y su gravedad, siendo útil para que el médico indique el tratamiento más adecuado.

Cómo se realiza el tratamiento

El tratamiento para la aspergilosis normalmente se inicia con el uso de medicamentos antifúngicos, como itraconazol o anfotericina B, que ayudan a eliminar el exceso de hongos en el cuerpo, ayudando al sistema inmune a controlar la infección y aliviar los síntomas.

Sin embargo, el médico también puede aconsejar el uso de corticoides, como Budesonida o Prednisona para aliviar los síntomas con mayor rapidez y mejorar el efecto antifúngico, especialmente en personas con síntomas muy intensos, como sucede en quienes tienen asma, por ejemplo.

En los casos más graves de aspergilosis pulmonar o invasiva, en que se puede desarrollar una masa de hongos, conocida como aspergiloma, el médico puede sugerir una cirugía para retirar los tejidos afectados y favorecer el efecto de los antifúngicos.