Trastorno del procesamiento sensorial: qué es, tipos y tratamiento

El trastorno del procesamiento sensorial es un problema que afecta la forma en la que el cerebro organiza y responde a la información que recibimos a través de los sentidos, como el oído, la vista, el tacto, el gusto y el olfato. Esto significa que situaciones normales del día a día, como escuchar música, sentir la textura de la ropa o caminar en la calle, pueden resultar incómodas, molestas o, al contrario, pasar completamente desapercibidas para quienes tienen este trastorno.​

Este trastorno puede cambiar la forma en que una persona se relaciona con su entorno y con otras personas, ya que puede reaccionar de manera diferente ante sonidos, luces, olores, texturas o movimientos. En los niños, a veces se nota cuando parecen “exagerar” las molestias o, por el contrario, no reaccionan ante cosas que llaman la atención de otros niños.​

Aunque es más común en la infancia, también puede afectar a adolescentes y adultos. Vivir con este problema puede generar frustración, dificultad para adaptarse en la escuela, en casa o en el trabajo, e incluso puede afectar la autoestima y la vida social si no se identifica y trata a tiempo.​

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Principales tipos

Los principales tipos de trastorno del procesamiento sensorial son:

1. Hiporesponsividad

Las personas con hiporesponsividad sensorial tienen una baja reacción a los estímulos del entorno. Por ejemplo, pueden no notar ruidos fuertes, no reaccionar al frío o no prestar atención a cambios en la luz.

Esta falta de respuesta puede hacer que busquen estímulos adicionales para sentirse más alertas, como buscar entornos con más actividad o movimientos intensos.

Cómo identificarlo: la persona puede parecer indiferente ante estímulos que normalmente activarían a otras personas. No reaccionan ante ruidos, cambios de temperatura o incluso cuando otros los tocan.

Tratamiento: el tratamiento se enfoca en aumentar la conciencia sensorial. Los terapeutas ocupacionales utilizan enfoques como la integración sensorial, donde se expone al paciente de manera gradual a estímulos para que pueda responder de forma más efectiva. También se recomienda actividades físicas que estimulen la conciencia corporal, como saltar o balancearse.

2. Hiperresponsividad

La hiperresponsividad sensorial es cuando una persona tiene una reacción exagerada a estímulos que no molestan a la mayoría de las personas. Esto puede incluir una incomodidad extrema por ruidos cotidianos, luces brillantes o incluso la textura de la ropa. Las personas con este tipo de trastorno pueden sentir ansiedad, incomodidad o frustración por cosas que otras personas apenas notan.

Cómo identificarlo: las personas reaccionan con una intensidad mucho mayor que el promedio ante estímulos comunes. Pueden cubrirse los oídos ante ruidos suaves, evitar ciertos alimentos por su textura o evitar lugares con luces brillantes.

Tratamiento: el tratamiento para la hiperresponsividad se basa en la desensibilización gradual. A través de la terapia ocupacional, se expone al paciente a los estímulos que generan incomodidad de manera controlada, para que aprenda a tolerarlos mejor.

También se pueden utilizar técnicas de relajación para reducir la ansiedad asociada a estos estímulos, como la respiración profunda o el uso de dispositivos que atenúen la intensidad de los estímulos (como tapones para los oídos o gafas de sol).

3. Desorganización sensorial

La desorganización sensorial se produce cuando la persona no puede organizar correctamente la información de diferentes sentidos. Esto puede llevar a una confusión sensorial y respuestas inapropiadas a situaciones cotidianas. Por ejemplo, pueden tener dificultades para procesar al mismo tiempo un sonido y una imagen o una textura y un sabor, lo que provoca confusión o malestar.

Cómo identificarlo: una persona con desorganización sensorial puede parecer desorientada o incapaz de coordinarse cuando varios estímulos están presentes a la vez. Pueden no responder adecuadamente a una conversación en un entorno ruidoso o confundirse al comer un alimento con una textura o sabor inesperado.

Tratamiento: el tratamiento se enfoca en ayudar a la persona a organizar mejor la información sensorial. La terapia ocupacional utiliza actividades que estimulan la integración de los sentidos de manera controlada, buscando que el paciente aprenda a gestionar los estímulos de manera efectiva. Además, los terapeutas pueden enseñar estrategias para ayudar a la persona a priorizar ciertos estímulos y responder de forma más adecuada en situaciones cotidianas.

Cada tipo de trastorno del procesamiento sensorial requiere un enfoque terapéutico personalizado que permita mejorar la adaptación de la persona a su entorno, reduciendo el impacto de la sobrecarga sensorial y mejorando su calidad de vida.

¿A quiénes afecta?

Este problema es más común en niños, pero también puede estar presente en adultos. Afecta la forma en que se relacionan con su entorno, lo que puede causarles frustración, ansiedad o dificultades para adaptarse en la escuela, en casa o en el trabajo.

Cómo se realiza el diagnóstico

El diagnóstico del trastorno del procesamiento sensorial generalmente lo realiza un profesional especializado, como un terapeuta ocupacional o un neurólogo. Este diagnóstico se basa en una evaluación detallada de los comportamientos y respuestas del paciente a diversos estímulos sensoriales. Se pueden utilizar cuestionarios estandarizados y entrevistas para evaluar cómo el paciente responde a diferentes estímulos en su entorno.

Es importante que el diagnóstico sea realizado por un profesional experimentado, ya que existen otras condiciones que pueden presentar síntomas similares, como el autismo o el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Síntomas del trastorno del procesamiento sensorial

Las personas con trastorno del procesamiento sensorial pueden presentar varias señales, que pueden variar según el tipo de trastorno. Algunos de los síntomas más frecuentes incluyen:

  • Molestia con luces, sonidos, olores o texturas que a otras personas no les afectan.
  • Dificultad para concentrarse o para participar en actividades habituales.
  • Reacciones muy fuertes o muy leves ante el dolor, el frío o los cambios en el ambiente.
  • Necesidad de buscar constantemente sensaciones intensas, como moverse mucho o tocar todo a su alrededor.

Estos síntomas pueden dificultar la adaptación al entorno y generar problemas en la escuela, en el trabajo o en las relaciones con otras personas. A veces, los niños pueden ser percibidos como inquietos, distraídos o muy sensibles, lo cual no siempre se reconoce como parte de un trastorno sensorial.​

Principales causas

El trastorno del procesamiento sensorial no tiene una única causa. En la mayoría de los casos, se cree que se debe a una combinación de factores genéticos, alteraciones en el desarrollo del cerebro y situaciones específicas como lesiones neurológicas o ambientes altamente estresantes durante el desarrollo temprano.

A veces, es más común en personas que tienen otros trastornos del neurodesarrollo, como el autismo o el TDAH.​

Cómo se realiza el tratamiento

El abordaje del trastorno del procesamiento sensorial suele requerir un tratamiento individualizado, adaptado a las necesidades de cada persona.

El pilar principal es la terapia ocupacional con integración sensorial, donde el terapeuta utiliza juegos, actividades y ejercicios para ayudar a la persona a reconocer, organizar y responder mejor a los estímulos diarios.​

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El trabajo del terapeuta ocupacional puede realizarse tanto en consultorio como en la escuela o en el hogar, involucrando también a la familia y profesores para crear un entorno más predecible y seguro.

Las estrategias pueden incluir desde ejercicios de desensibilización (exposición gradual a los estímulos molestos) hasta técnicas para mejorar la concentración y la coordinación motora.

En algunos casos, se recomiendan adaptaciones en el ambiente, como reducir ruidos, mejorar la iluminación o escoger ropa más cómoda. También es fundamental el acompañamiento emocional para que la persona y su familia aprendan a manejar el estrés y las dificultades sociales derivadas del trastorno.

Un diagnóstico y tratamiento tempranos pueden mejorar notablemente la calidad de vida y las habilidades de adaptación social y escolar.​