En los últimos días de vida de una persona con cáncer terminal es común que aparezcan signos como somnolencia excesiva, respiración irregular, falta de apetito y cambios en el color de la piel. Estas alteraciones forman parte del proceso natural del cuerpo y suelen ocurrir de manera gradual, pudiendo durar algunos días o semanas.
Durante la fase terminal, la persona suele dormir más y tener menos energía. Puede mostrarse confundida, no responder cuando se le llama y demostrar poco interés por lo que la rodea. También es normal que deje de alimentarse y rechace líquidos, además de presentar las extremidades más frías y la piel amoratada alrededor de la boca, la nariz y los dedos.
La respiración tiende a volverse irregular, con pausas o sonidos burbujeantes que indican acumulación de secreciones en las vías respiratorias. La visión puede volverse borrosa y la audición, aunque limitada, generalmente se mantiene hasta los últimos momentos.
Otros síntomas posibles son fiebre, tos, dificultad para tragar y episodios de delirio o alucinaciones, como hablar con personas que ya fallecieron. El dolor suele ser una preocupación, pero con los cuidados paliativos adecuados, en la mayoría de los casos puede controlarse, garantizando mayor comodidad. Conozca qué son y cómo funcionan los cuidados paliativos.
Aunque sea esperado, el período terminal del cáncer puede ser muy delicado. Por eso, es fundamental contar con la orientación de un oncólogo, del equipo de cuidados paliativos y de un psicólogo para aliviar los síntomas de la forma más segura posible y facilitar la transición.