Insuficiencia hepática: qué es, síntomas, causas y tratamiento

Actualizado en marzo 2023

La insuficiencia hepática es la pérdida de las funciones del hígado de forma repentina o gradual, causando el surgimiento de síntomas como náuseas, vómitos, piel y ojos amarillentos, hinchazón en la barriga, pérdida del apetito o cansancio excesivo.

La insuficiencia hepática puede ser causada debido a enfermedades del hígado, como cirrosis o hepatitis, e incluso por el consumo frecuente de bebidas alcohólicas o por el uso de medicamentos, como paracetamol, por ejemplo.

El tratamiento de la insuficiencia hepática debe ser realizado lo antes posible en el hospital por el hepatólogo, gastroenterólogo o médico general, con el objetivo de evitar complicaciones, como problemas de coagulación, edema cerebral o insuficiencia renal, pudiendo indicarse el uso de medicamentos o incluso trasplante de hígado, en algunos casos.

Imagem ilustrativa número 1

Principales síntomas

Los síntomas de insuficiencia hepática son:

  • Náuseas;
  • Vómito, que puede contener sangre;
  • Diarrea;
  • Pérdida de apetito;
  • Sensación de saciedad incluso después de una comida ligera;
  • Cansancio excesivo;
  • Dolor en el lado superior derecho del abdomen;
  • Piel y mucosas amarillentas, conocido como ictericia;
  • Hinchazón del abdomen;
  • Hinchazón de las piernas;
  • Aliento con olor dulce;
  • Orina oscura;
  • Heces claras o blanquecinas;
  • Hematomas o sangrados fáciles;
  • Comezón en el cuerpo;
  • Confusión mental o desorientación;
  • Sueño excesivo;
  • Malestar general.

Los síntomas de la insuficiencia hepática pueden desarrollarse rápidamente, en días o semanas, siendo llamada insuficiencia hepática aguda o insuficiencia renal aguda, o desarrollarse a lo largo del tiempo, por meses o años, siendo llamada insuficiencia hepática crónica.

Ante la presencia de estos síntomas, es importante consultar al hepatólogo o gastroenterólogo lo más rápido posible o acudir al hospital más cercano, ya que la enfermedad puede empeorar rápidamente y causar hemorragias o problemas graves en los riñones o el cerebro, poniendo en riesgo la vida.

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Para saber si puede estar sufriendo de insuficiencia hepática, señale lo que está sintiendo a continuación:

  1. 1. Dolor en la región superior derecha de la barriga
  2. 2. Náuseas y mareos frecuentes
  3. 3. Dolor de cabeza frecuente
  4. 4. Cansancio fácil y sin razón aparente
  5. 5. Facilidad de que aparezcan hematomas
  6. 6. Color amarillenta en los ojos y en la piel
  7. 7. Orina oscura
  8. 8. Pérdida del apetito
  9. 9. Heces amarillentas, grisáceas o blanquecinas
  10. 10. Barriga hinchada
  11. 11. Comezón en todo el cuerpo

Cómo se realiza el diagnóstico

El diagnóstico de la insuficiencia hepática es realizado por el gastroenterólogo o hepatólogo, a través de la evaluación de los síntomas, antecedentes de salud y exámenes de sangre que miden el tiempo de coagulación sanguínea, niveles de amonio en la sangre y enzimas hepáticas, como ALT, AST, GGT, fosfatasa alcalina y bilirrubina.

Además, pueden ser necesarios exámenes de imagen del abdomen, pelvis, cerebro y tórax, como ultrasonido abdominal con doppler, tomografía computarizada o resonancia magnética, así como una biopsia del hígado para confirmar porqué este órgano no está funcionando correctamente. Vea todos los exámenes para evaluar el funcionamiento del hígado.

En los casos en que no existe una causa bien establecida, el médico puede también solicitar la medición de los niveles de paracetamol en la sangre, la realización de una prueba toxicológica y una prueba de serología para virus.

Posibles causas

La insuficiencia hepática es causada por daños en las células del hígado, interfiriendo en la función del hígado y alterando sus funciones.

Las principales causas de insuficiencia hepática son:

  • Hepatitis viral tipo A, B, C o E;
  • Uso frecuente o dosis superiores a las recomendadas de paracetamol;
  • Consumo en exceso de bebidas alcohólicas;
  • Cirrosis hepática;
  • Hepatitis autoinmune;
  • Uso de plantas medicinales como kava-kava, efedra, casida o poleo;
  • Uso de medicamentos como antibióticos, antiinflamatorios o anticonvulsivos;
  • Infección por el virus Epstein-Barr, citomegalovirus o herpes simples, parvovirus, adenovirus o varicela zóster;
  • Síndrome de Budd-Chiari, que puede causar bloqueo en las venas del hígado;
  • Hepatitis isquémica, que causa lesión hepática por disminución del aporte de oxígeno para las células del hígado;
  • Enfermedad de Wilson, donde ocurre una acumulación de cobre en el hígado;
  • Enfermedades autoinmunes, como hepatitis autoinmune;
  • Intoxicación por el hongo salvaje Amanita phalloides;
  • Cáncer de hígado;
  • Metástasis en el hígado por otros tipos de cáncer, como cáncer de mama, pulmón o linfoma;
  • Infección generalizada.

En algunos casos, esta enfermedad puede no tener una causa aparente. Asimismo, la insuficiencia hepática aguda también puede ocurrir en el tercer trimestre de gestación cuando la mujer presenta síndrome de HELLP o hígado graso agudo, por lo que es importante tener un seguimiento médico durante el embarazo.

Tipos de insuficiencia hepática

La insuficiencia hepática puede clasificarse en diferentes tipos de acuerdo al inicio y evolución de los síntomas, siendo los principales:

  • Insuficiencia hepática aguda: se produce de forma repentina, de 1 a 4 semanas después de la lesión en el hígado, generalmente en personas saludables, sin ninguna enfermedad anterior en el hígado. Normalmente, es causada por el virus de la hepatitis o por el uso incorrecto de algunos medicamentos como paracetamol;
  • Insuficiencia hepática crónica: los síntomas pueden tardar meses e incluso años para aparecer, y se produce cuando el hígado sufre agresiones constantes debido a situaciones como el uso abusivo de alcohol, hepatitis o grasa en el hígado;
  • Insuficiencia hepática crónica agudizada: causada por una descompensación de enfermedades hepáticas, como cirrosis, debido a factores como consumo de bebidas alcohólicas o infecciones, causando síntomas agudos.

Además, la insuficiencia hepática también puede ser hiperaguda, que surge alrededor de 7 días, o subaguda, que surge en 5 a 12 semanas, entre el inicio de los síntomas y el desarrollo de encefalopatía hepática.

El tipo de insuficiencia hepática es determinada por el médico a través de la evaluación de los síntomas, así como de su inicio, y exámenes que identifican la causa.

Cómo se realiza el tratamiento

El tratamiento para la insuficiencia hepática se realiza con orientación del hepatólogo o gastroenterólogo y depende de las causas y de la etapa de la enfermedad, y debe hacerse en el hospital, en una unidad de terapia intensiva para que la persona sea constantemente monitoreada, para evitar complicaciones.

Así, los principales tratamientos para la insuficiencia hepática son:

1. Uso de medicamentos

Los medicamentos que el hepatólogo o gastroenterólogo puede prescribir para tratar la insuficiencia hepática dependen de la causa de la enfermedad.

Algunos medicamentos que pueden ser indicados en el hospital para la insuficiencia hepática, son:

  • N-acetilcisteína, por vía oral o intravenosa, en caso de intoxicación por paracetamol u otras causas, excepto hepatitis isquémica;
  • Carbón activado, indicado para ser usado hasta en 4 horas de la ingesta accidental o de grandes dosis de paracetamol, o para el envenenamiento por Amanita phalloides;
  • Antivirales, como aciclovir, ganciclovir o lamivudina, para el tratamiento de la hepatitis B aguda, varicela zóster, herpes simple o citomegalovirus;
  • Esteroides, como prednisolona inyectable, en caso de hepatitis autoinmune;
  • Penicilamina, para el tratamiento de la Enfermedad de Wilson;
  • Penicilina G intravenosa, en caso de envenenamiento por hongos;
  • Antibióticos, en caso de infección generalizada o sepsis;
  • Vasopresores, como dopamina o norepinefrina intravenosa, en los casos de presión arterial muy baja.

Además, el médico también puede indicar otros medicamentos de acuerdo a la enfermedad y síntomas presentados.

2. Monitoreo

Durante el internamiento en el hospital, la persona es monitoreada constantemente para evitar complicaciones, como encefalopatía hepática, edema cerebral, sangrados, infecciones o insuficiencia renal.

De esta forma, en caso de que la persona presente alteraciones en los monitoreos, puede indicarse:

  • Uso de catéter en el cerebro para monitorear la presión intracraneana, elevación de la cabecera a 45º, o uso de manitol intravenoso en caso de que haya alteraciones en la presión intracraneal;
  • Intubación endotraqueal en los casos de encefalopatía hepática de grado mayor a 2, lavado intestinal o uso de laxantes;
  • Transfusiones de plaquetas o plasma fresco, o uso de vitamina K intravenoso, en los casos de sangrados o hemorragias;
  • Diálisis o hemodiálisis, en caso de insuficiencia renal.

Además, en caso de que el médico observe una disminución de la glucosa en la sangre, puede recomendar la aplicación de suero glucosado en la vena.

3. Hacer alteraciones en la dieta

La dieta para insuficiencia hepática debe realizarse bajo supervisión del hepatólogo y de un nutricionista clínico, ya que las recomendaciones dependen del estado de salud de la persona y de la fase en que se encuentra la enfermedad.

De forma general, se debe controlar la cantidad de líquidos ingeridos; restringir el consumo de sal a menos de 2 g al día, para evitar la hinchazón o acumulación de líquidos en el abdomen, y no consumir bebidas alcohólicas, ya que pueden empeorar los síntomas y agravar la enfermedad.

4. Trasplante de hígado

El trasplante de hígado es una cirugía para extraer el hígado que no funciona adecuadamente y reemplazarlo por uno saludable de un donante fallecido o una parte de un hígado sano de un donante vivo.

Este tratamiento, cuando es realizado a tiempo, puede restaurar la función del hígado; sin embargo, no está indicado en todos los casos, como en la insuficiencia hepática causada por hepatitis, ya que el virus se puede alojar en el hígado trasplantado.

Posibles complicaciones

Las principales complicaciones de la insuficiencia hepática son:

  • Encefalopatía hepática;
  • Edema cerebral;
  • Hemorragia gastrointestinal;
  • Infecciones por bacterias u hongos;
  • Edema pulmonar;
  • Insuficiencia renal.

Estas complicaciones pueden surgir después de los primeros síntomas de la enfermedad o cuando esta se encuentra en una fase más avanzada, y deben tratarse inmediatamente, ya que si no se revierten o controlan a tiempo, pueden poner en riesgo la vida.

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