7 tipos de piel: cómo identificar y cuidar

Para determinar el tipo de piel, es fundamental considerar diversas características, como la sensibilidad, la edad de la piel, la pigmentación, la oleosidad y la predisposición a formar arrugas.

Esta evaluación puede realizarse mediante un examen visual y táctil o mediante dispositivos específicos utilizados por dermatólogos. En función de estos factores, la piel puede clasificarse como normal, seca, grasa, mixta, sensible, resistente y/o pigmentada.

El tipo de piel está determinado por factores genéticos, ambientales y el estilo de vida. Por esta razón, al modificar ciertos hábitos, es posible mejorar la salud de la piel, logrando una mayor hidratación, nutrición, luminosidad y un aspecto más juvenil. Para ello, es esencial conocer el tipo de piel con precisión, lo que permitirá tomar decisiones más acertadas sobre los cuidados diarios.

Tipos de piel

La piel puede clasificarse en distintos tipos según sus características, entre ellos:

• Piel normal, que no presenta aspecto graso ni seco, tiene un brillo moderado, es luminosa, rosada y normalmente suave y firme al tacto, sin imperfecciones. Los poros suelen ser imperceptibles a simple vista y, en general, no presenta espinillas.
• Piel seca, que se caracteriza por una sensación de tirantez después del contacto con el agua, además de poder descamarse con mayor facilidad y tener un aspecto sin brillo.
• Piel grasa, en la que se observa una mayor producción de sebo, con poros más dilatados y una mayor frecuencia en la aparición de acné.
• Piel mixta, en la que pueden identificarse zonas del rostro con mayor oleosidad, como la frente, la nariz y el mentón, y otras más secas, como las mejillas.
• Piel sensible, que es más propensa a problemas como el acné, la rosácea, la sensación de ardor y las reacciones alérgicas, enrojeciéndose con mayor facilidad y con tendencia a la descamación.
• Piel resistente, que cuenta con una capa córnea saludable, capaz de proteger la piel frente a alérgenos y otros agentes irritantes, además de prevenir la pérdida de agua.
• Piel pigmentada, caracterizada por la presencia de manchas o señales visibles en la piel.

Con el paso del tiempo, el tipo de piel puede cambiar, ya que está influenciado por factores como la exposición al sol, el estrés, la alimentación y el clima.

Por ello, es importante ajustar los cuidados diarios para mantener la piel siempre bien hidratada y firme.

Cómo saber mi tipo de piel

Para saber cuál es el tipo de piel, es importante que la persona esté sin maquillaje ni ningún producto cosmético en el rostro. Además, se recomienda que la evaluación se realice en un ambiente con luz directa y sin sombras.

Algunos de los factores que deben tenerse en cuenta al evaluar la piel son:

• Textura de la piel;
• Elasticidad;
• Presencia de poros dilatados;
• Enrojecimiento en la piel;
• Zonas del rostro con mayor oleosidad;
• Presencia de acné;
• Áreas con descamación;
• Presencia de manchas en la piel.

El tipo de piel debe ser confirmado por un dermatólogo o por un profesional del área de estética debidamente capacitado, a partir de la evaluación de las características y de pruebas específicas que pueden realizarse.

Test online del tipo de piel

Para saber cuál es tu tipo de piel, introduce tus características en la siguiente calculadora:

El test en línea para conocer el tipo de piel es solo una herramienta orientativa y no debe considerarse un diagnóstico ni sustituye la consulta con un dermatólogo.

Cómo cuidar cada tipo de piel

Los cuidados con la piel pueden variar según el tipo, ya que existen jabones, protectores solares, cremas y maquillajes específicos para cada tipo de piel, que ayudan a mantener la piel hidratada y a reducir o controlar la oleosidad.

1. Piel normal

Para cuidar la piel normal, se deben utilizar a diario jabones neutros y cremas hidratantes sin aceite.

Además, es importante aplicar protector solar todos los días en las zonas expuestas del cuerpo, como el rostro y las manos, por ejemplo.

2. Piel grasa

Para el cuidado de la piel grasa, es importante aplicar lociones limpiadoras neutras a base de extractos vegetales como hamamelis, caléndula, menta, alcanfor o mentol, ya que tienen propiedades que ayudan a reducir la inflamación y controlar la oleosidad.

Las personas con piel grasa deben evitar el uso de maquillaje, ya que puede obstruir los poros y favorecer la aparición de puntos negros.

Además, como la piel grasa puede deberse a la exposición excesiva al sol, al estrés o a una alimentación rica en grasas, se recomienda usar protector solar diariamente y mantener una alimentación saludable y equilibrada, lo que ayuda a controlar la oleosidad.

3. Piel seca

Para cuidar la piel seca, se deben usar cremas hidratantes o aceites vegetales como aloe vera o camomila, por ejemplo, y añadir aceites de macadamia, almendras o semilla de uva para una hidratación más efectiva.

También se deben evitar productos que contengan alcohol, ya que resecan aún más la piel, dejándola áspera.

Dado que la piel seca puede estar relacionada con el frío extremo o duchas largas con agua muy caliente, es importante hidratar bien la piel, protegerla del frío y del viento, y preferir baños con agua tibia o fría para evitar la sequedad.

4. Piel mixta

La piel mixta combina características de la piel seca y de la piel grasa. Suele haber oleosidad en la "zona T" (frente, nariz y mentón) y sequedad alrededor de la boca, mejillas y ojos.

En estos casos, se recomienda usar lociones limpiadoras en las zonas más grasas y cremas hidratantes en las zonas más secas.

5. Piel sensible

Si se confirma que una persona tiene la piel sensible, se recomienda el uso de productos cosméticos hipoalergénicos con propiedades calmantes y antiinflamatorias, como los que contienen manzanilla, sábila o niacinamida, por ejemplo.

6. Piel pigmentada

En el caso de la piel pigmentada, es importante seguir las recomendaciones del dermatólogo para evitar que las manchas o señales se oscurezcan con el tiempo.

Generalmente, se recomienda el uso de cremas despigmentantes y protector solar, que debe aplicarse todos los días, incluso si la persona no se expone directamente al sol.