La inclusión de personas con discapacidad se refiere a su participación plena en la educación, el trabajo, la salud y la vida social, sin barreras que limiten su acceso. Por ejemplo, puede incluir que una persona con movilidad reducida utilice rampas en escuelas y lugares de trabajo, o que alguien con discapacidad auditiva tenga acceso a intérpretes de lengua de señas. Conozca más sobre la discapacidad auditiva.
Esta participación requiere la implementación de estrategias que faciliten el acceso físico, comunicativo y social, así como la adaptación de entornos y recursos para atender necesidades específicas.
Entre los elementos clave se incluyen la formación de profesionales en atención especializada, el desarrollo de políticas institucionales y la participación activa de las propias personas con discapacidad.
Se recomienda evaluar de manera individual las necesidades de cada persona con discapacidad, considerando factores clínicos y funcionales, para planificar apoyos o intervenciones adecuadas y prevenir posibles complicaciones relacionadas con la salud.