La temperatura normal en bebés es de 36,5 a 37,5 ºC, sin embargo, esto puede variar de acuerdo al sitio donde se mide, como en la axila, en la boca, recto u oídos, pudiendo haber una variación de de hasta 0,7ºC entre cada sitio.
Cuando la temperatura corporal de un bebé alcanza los 38ºC, se considera fiebre, antes de esto se le conoce como febrícula, que generalmente no es motivo de preocupación, sin embargo, se debe permanecer atento a un posible aumento de la temperatura y a los síntomas que puedan indicar una posible infección, por ejemplo.
Siempre que el bebé tenga fiebre se debe observar si presenta otros síntomas, ya que situaciones como el nacimiento de los dientes y la colocación de alguna vacuna puede generar que la temperatura del bebé aumente. En estas situaciones, el bebé continúa comiendo y durmiendo con normalidad.
Cómo medir la temperatura en el bebé
Para medir la fiebre en el bebé se debe colocar la punta metálica del termómetro de vidrio debajo del brazo del bebé, dejándolo allí por lo menos 3 minutos, y luego verificar la temperatura en el propio termómetro. Otra posibilidad es utilizar un termómetro digital, que muestra la temperatura en menos de 1 minuto.
Un factor que debe tenerse en cuenta es que la temperatura rectal es mayor que la bucal y que la axilar, por lo que al verificar la temperatura se debe verificar siempre en el mismo lugar, siendo el más común en la axila. La temperatura rectal puede ser entre 0,8 a 1ºC mayor que la axilar, y por esto cuando el bebé tiene fiebre de 37,8ºC en la axila, probablemente tendrá a nivel del recto 38,8ºC.
El aumento de la temperatura sólo se considera fiebre cuando:
- La temperatura en la axila se encuentra por encima de 37,5º C o más;
- La temperatura oral es de 37,5º C o más;
- La temperatura en el recto o en los oídos, es de 38,2ºC o más.
Para medir la temperatura en el recto es obligatorio el uso de un termómetro de punta blanda y flexible que deberá ser introducido al menos 3 cm. La fiebre sólo puede causar lesiones cerebrales cuando alcanza los 41,5ºC o más.
Vea más sobre cómo usar correctamente el termómetro.
Consejos para bajar la temperatura
Lo que se aconseja hacer para bajarle la temperatura al bebé es:
- Verificar si el ambiente está muy caliente y si es posible conectar un ventilador o el aire acondicionado;
- Cambiarle la ropa al bebé por una más ligera y fresca;
- Ofrecerle algo líquido y fresco para que el bebé tome de 30 en 30 minutos, si está despierto;
- Darle un baño tibio, evitando el agua muy fría. La temperatura del agua debe estar lo más cercano a los 36ºC, que es la temperatura normal de la piel;
- Colocarle una toallita mojada de agua entre tibia y fría en la frente también puede ayudar a bajar la fiebre.
Si la fiebre no baja en media hora, se debe consultar al médico, sobre todo si el bebé está muy irritado, llorando mucho o está apático. El medicamento indicado para bajar la fiebre en el bebé es la Dipirona, pero sólo debe usarse con la orientación del pediatra. Conozca más sobre cómo baja la fiebre en niños.
Qué puede causar fiebre en el bebé
La elevación de la temperatura corporal indica que el organismo del bebé está luchando contra algún agente invasor. Las situaciones más comunes que causan fiebre en los bebés son:
- Nacimiento de los dientes: Generalmente ocurre a partir del 4º mes y se puede observar la encía hinchada y el bebé quiere siempre tener la mano en la boca, además de babear mucho.
- Reacción después de la colocación de alguna vacuna: Surge algunas horas después de que se le coloca la vacuna, siendo fácil relacionar que probablemente la fiebre es una reacción secundaria de la vacuna.
- Si la fiebre se produce después de una gripe o resfriado, se puede sospechar de sinusitis o de otitis: El bebé puede no presentar catarro, ni parecer enfriado, pero los tejidos internos de la nariz y la garganta pueden estar inflamados, causando fiebre.
- Neumonía: Los síntomas de la gripe se vuelven más intensos y la fiebre aparece, siendo más difícil para que el bebé respire.
- Infección urinaria: La fiebre baja (hasta 38,5ºC medida en el ano) puede ser la única señal en niños menores de 2 años, pero pueden aparecer vómitos y diarrea, dolor abdominal y pérdida del apetito.
- Dengue: más común en el verano, especialmente en áreas endémicas, y se presenta fiebre y pérdida del apetito, el niño se encuentra decaído y le gusta dormir mucho.
- Varicela: Hay fiebre y ampollas en la piel que pican, pérdida del apetito y también puede surgir dolor abdominal.
- Sarampión: La fiebre dura de 3 a 5 días, y generalmente hay otras señales como tos, rinitis y conjuntivitis, además de manchitas oscuras en la piel.
- Escarlatina: Hay fiebre y dolor de garganta, la lengua se hincha y parece una frambuesa, surgen pequeñas manchas en la piel que pueden causar descamación.
- Erisipela: Hay fiebre, escalofríos, dolor en el lugar afectado que puede enrojecerse e hincharse.
Al desconfiar que el bebé tiene fiebre se debe medir la temperatura con un termómetro, y observar si existen otras señales o síntomas que puedan ayudar a identificar lo que está causando la fiebre, pero en caso de duda se debe acudir al pediatra, especialmente cuando el bebé tiene menos de 3 meses de vida.
Cuándo acudir al pediatra
La fiebre es siempre grave y se debe acudir o llamar al médico cuando:
- El bebé tiene 3 meses o menos y tiene una temperatura corporal igual o mayor a 38ºC, incluso si el bebé no parece estar enfermo;
- El bebé tiene entre 3 y 6 meses y tiene una temperatura igual o mayor 38,3 ºC;
- El bebé tiene más de 6 meses con temperatura igual o mayor a 39,4ºC;
- Si hay otros síntomas presentes como diarrea, vómito y el niño no quiere amamantarse, ni alimentarse;
- El niño presenta ojos hundidos, se encuentra más lloroso de lo normal, y orina poco, porque puede indicar deshidratación;
- Surgen manchas en la piel, comezón o si el bebé parece muy molesto.
También es importante observar el comportamiento del bebé, ya que si se queda tranquilo y somnoliento, pero presenta fiebre también se debe acudir al médico para saber qué está causando este aumento en la temperatura e iniciar el tratamiento adecuado con medicamentos.